Información general
1. ¿Qué es la Ribera del Duero?
2. ¿Cómo son los vinos de la Ribera del Duero?
2.2 Tipos de vino
¿Qué es la Ribera del Duero?
La Ribera del Duero es una de las regiones vitivinícolas más renombradas de España. Se extiende desde Quintanilla de Onésimo hasta San Esteban de Gormaz, a lo largo de las provincias de Valladolid, Burgos y Soria (y una pequeña parte de Segovia).
Ya en la época romana se elaboraban vinos reconocidos en esta zona. La tradición actual se remonta a los vinos que se empezaron a producir en los monasterios cistercienses a partir del s. XII y posteriormente en los lagares y bodegas subterráneas de los pueblos de la Ribera del Duero.
Durante los s. X-XII, esta fue una zona fronteriza entre el reino de Castilla y los reinos árabes. Por ello, se construyeron en la margen Norte del río Duero numerosos pueblos para frenar el avance árabe con un diseño similar: con muralla y castillo. Estos fueron colonizados por cristianos en lo que se conoce como repoblación de Castilla.
¿Cómo son los vinos de la Ribera del Duero?
Los vinos de la Ribera del Duero son indudablemente de los mejores de España, y del mundo. No en vano, aquí se encuentra Vega-Sicilia, la gran institución de vino exclusivo español, que utiliza únicamente cepas muy viejas.
Pero lo bueno es que no hace falta gastarse mucho dinero para disfrutar de excelentes vinos aquí. La Ribera del Duero también dio a luz al mejor vino calidad-precio del mundo.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero establece las normas para que un vino pueda comercializarse como “Ribera del Duero”.
Por supuesto, la primera norma es que el vino y las uvas deben producirse en el ámbito geográfico de la Denominación de Origen.
Lo primero que debes saber es que la Ribera del Duero es una zona de vinos tintos y rosados exclusivamente. Si quieres vinos blancos, puedes ir a la cercana zona de Rueda, en la provincia de Valladolid.
¿Qué variedades de uva se utilizan en la Ribera del Duero?
La variedad de uva típica de la Ribera del Duero es Tempranillo, al igual que en la Rioja y otras zonas de España. El Consejo Regulador ha establecido que todos los vinos Ribera del Duero deben contener al menos un 75% de uva tempranillo. El resto de variedades permitidas son: Cabernet Sauvignon, Merlot, Malbec y Garnacha Tinta (los rosados se pueden elaborar con la variedad blanca albillo).
En esta zona hay bodegas que prefieren hacer vinos de otras variedades, como Quinta Sardonia. Estos se comercializan como “Vinos de la Tierra de Castilla y León”, y también son excelentes.
¿Qué tipos de vino hay en la Ribera del Duero?
El Consejo Regulador ha establecido una serie de normas sobre el envejecimiento del vino:
“Tinto joven“: sin envejecimiento o con envejecimiento en barrica inferior a 12 meses.
“Tinto crianza“: con envejecimiento en barrica de roble un mínimo de 12 meses y aproximadamente otro año en botella antes de comercializarse.
“Tinto reserva“: 36 meses de envejecimiento entre barrica y botella, cumpliendo un mínimo de 12 meses en barrica.
“Tinto gran reserva“: 60 meses de envejecimiento entre barrica y botella, cumpliendo un mínimo de 24 meses en barrica.
Sin embargo, muchas bodegas prefieren no ajustarse a las normas del Consejo Regulador en cuanto al envejecimiento, porque sus enólogos deciden seguir otros criterios. Estos vinos son etiquetados simplemente como “Cosecha“.
Pero no penséis que estos son vinos inferiores a un “crianza” o un “reserva”… porque muchas veces es todo lo contrario.
¿Qué hacer en la Ribera del Duero?
Degustar vinos y visitar bodegas es una de las cosas que debes hacer en la Ribera del Duero, pero tiene mucho más que eso.
Su gastronomía va mucho más allá del lechazo asado en hornos de leña en sus pueblos y ciudades: en Aranda de Duero hay muy buenos pinchos y tapas, pero además hay varios restaurantes que combinan perfectamente vanguardia y tradición repartidos por la Ribera.
La Ribera del Duero es además una región con un patrimonio histórico reseñable. De la época romana nos quedan las ruinas de Clunia, que llegó a tener el teatro más grande de la Hispania romana y el enorme mosaico de la villa romana de Santa Cruz.
Pero además, entre bodegas y viñedos, hay pueblos pintorescos con arquitectura popular castellana y palacios e iglesias monumentales y, sobre todo, imponentes castillos que dominan el valle del Duero.
En un fin de semana largo pudimos visitar dos bodegas, muy diferentes entre sí, y los pueblos más bonitos desde Peñafiel hasta Aranda de Duero, además de comer de maravilla y degustar excelentes tintos de la zona.
Este es, por tanto, un viaje en el combinamos el enoturismo y la gastronomía y el turismo cultural, como el que hicimos en Laguardia, en el corazón de la Rioja Alavesa.
¿Cómo llegar a la Ribera del Duero?
La Denominación de Origen comienza a unos 30 km al Este de Valladolid, que tiene buenas conexiones por autovía: la A-62 conecta la A-6 en Tordesillas, con Valladolid, Palencia y la A-1 en Burgos.
La ciudad más grande de la Ribera del Duero es Aranda de Duero (Burgos), a la que llega la A-1. Se encuentra a 160 km al Norte de Madrid y 87 km al Sur de Burgos.
Si no tienes coche, tienes la opción de llegar en tren a Valladolid (AVE desde Madrid en menos de 1 hora) o bien en autobús a Aranda.
¿Cómo desplazarse por la Ribera del Duero?
En cualquier caso, es casi imprescindible disponer de un coche para poder desplazarse por las bodegas y pueblos de la Ribera del Duero con rapidez para poder hacer este viaje. Si necesitáis alquilar un coche, podéis encontrar las mejores ofertas de compañías internacionales en este buscador:
La N-122 atraviesa la Ribera del Duero de forma aproximadamente paralela al río. Por ella, verás los viñedos de muchas de las grandes bodegas de la Ribera, incluyendo las de Vega-Sicilia, la joya de la corona.
Se trata de una carretera con bastante tránsito y bastante siniestralidad, así que conducid con cuidado. A pesar de las demandas de muchos vecinos, no tiene aún autovía alternativa.
¿Dónde alojarse en la Ribera del Duero?
El enoturismo en la Ribera del Duero está cada vez más de moda, y hay muchas opciones de alojamiento.
Nosotros nos quedamos en Fuente Aceña Hotel Boutique, y lo recomendamos plenamente. Es un hotel construido en un antiguo molino en la misma orilla del río Duero. El personal es muy amable, las habitaciones cómodas y tranquilas y tienen un restaurante espectacular, del que hablaremos.
Si buscáis alojamientos de lujo con mucho encanto, Castilla Termal Monasterio de Valbuena es un hotel con balneario construido en un monasterio gótico renovado, en Valbuena de Duero. En otro viaje por la zona nos quedamos allí y es realmente espectacular. Además, tienen un buen restaurante y horno de leña para el lechazo.
Abadía Retuerta LeDomaine es aún más exclusivo, dentro de una antigua abadía cisterciense, con su restaurante “Refectorio” con Estrella Michelin y sus propios vinos de gran renombre (y precio).
Además, existen varias bodegas con alojamientos, como El Lagar de Isilla, en La Vid y Barrios, un pueblecito en la N-122. Muy cerca de este, el Monasterio de la Vid, tiene también mucho encanto.
La Ribera del Duero en Valladolid: la "milla de oro"
La parte más Occidental de la Ribera del Duero, comprendida entre Quintanilla de Onésimo y Peñafiel, es conocida como la milla de oro de la Ribera del Duero, por la gran concentración de bodegas de máxima calidad.
En ella, concretamente en Valbuena de Duero, se halla la mayor institución del vino de España: Vega-Sicilia, que, por cierto, no organiza visitas a la bodega.
En esta zona estaba nuestro hotel, Fuente Aceña, concretamente en Quintanilla de Onésimo.
Visita a Bodega Finca Villacreces
Por la mañana, visitamos Finca Villacreces. Cuando entras en la bodega y sus viñedos desde la carretera, te da la sensación de estar en una finca privada, y es que eso es lo que era cuando compraron los terrenos. Los antiguos dueños ya hacían vino, pero a una escala mucho menor.
Finca Villacreces está situada en plena milla de oro de la Ribera del Duero y no desentona. Sus tres tintos son de excelente calidad, y diseñados para todos los bolsillos: Pruno fue elegido mejor vino calidad-precio del mundo por Robert Parker, cuesta 11€ y es una verdadera delicia. Es el vino que más tomamos últimamente.
Finca Villacreces, por unos 25 €, tiene más cuerpo. El exclusivo Nebro (cuesta unos 150 €) solo se elabora con uvas procedentes de una de las parcelas de la finca, la de cepas más viejas, y se envejece durante más tiempo con técnicas especiales. Obviamente, Nebro no lo dan a probar en la cata así que no podemos opinar.
Pruno y Finca Villacreces son “Cosecha” porque no quieren seguir los criterios del Consejo Regulador para llamarlos “Crianza”, pero tienen aproximadamente un año de madera. Finca Villacreces es un vino espectacular, pero sinceramente, nunca hemos probado un vino tan bueno por el precio de Pruno (y además es más ligero, perfecto para aperitivos). Por algo Pruno fue el último vino que lanzaron al mercado, y ahora representa la mayor parte de la producción.
En esta época de pandemia limitan el aforo de las visitas, y en Finca Villacreces lo llevan más allá: hicimos la visita los dos solos con nuestra guía. Fue genial porque de esta manera lo hacen mucho más personal y te cuentan más cosas.
En Finca Villacreces ponen el énfasis en cuidar bien la materia prima. Utilizan solo abonos orgánicos y tienen el terreno dividido en varias parcelas, con cepas de diferentes edades para componer sus diferentes vinos. Casi todas son de Tempranillo, pero tienen un poco de Cabernet Sauvignon y Merlot para elaborar el vino Finca Villacreces.
Entre los viñedos hay un bosque centenario protegido, pero la bodega ha buscado la simbiosis entre este y su producción de uva.
En la zona de fermentación, es interesante ver los tres tipos de depósitos que se utilizan en las bodegas modernas: de acero inoxidable, de madera y de hormigón. Las de acero son más baratas de mantener y permiten el mejor control de temperatura, pero no aportan nada al vino. Las de hormigón no aportan aromas, como la madera, pero son porosas, permitiendo la micro-oxigenación del vino, como las tradicionales barricas de arcilla (como las qvevri georgianas).
La visita, con cata de Pruno y Finca Villacreces, cuesta 15 €. Podéis reservarla escribiendo un correo electrónico a visitas@villacreces.com o llamando al (+34) 983 680 437.
Además de la visita guiada con cata habitual, ofrecen paseos en bicicleta por la finca y a finales de junio incluso organizan una fiesta del vino allí. Lo apuntamos en nuestra lista.
Peñafiel
No te puedes ir de la Ribera del Duero sin visitar Peñafiel, el pueblo más bonito de la región.
De verdad, aunque tu objetivo sea visitar bodegas y probar vinos, te encantará su pintoresco casco antiguo y su espectacular castillo.
El castillo es lo más famoso de Peñafiel. Su origen se remonta a la época árabe, pero la construcción que vemos ahora es en realidad el cuarto castillo que se ha edificado en ese elevado risco y data del s. XV. Por entonces, esta ya no era una zona fronteriza así que apenas ha tenido que cumplir con su función defensiva, por lo que se encuentra en muy buen estado.
Te sorprenderá por su original forma triangular, que recuerda a un barco. De la misma manera que decimos que hay que ir a Peñafiel, la visita a su castillo es imprescindible. La vista de la “proa” del castillo, el casco antiguo de Peñafiel y la Ribera del Duero es realmente impresionante. En los días claros se ve hasta el Puerto de Somosierra (donde empieza la Comunidad de Madrid), aunque no tuvimos esa suerte.
El castillo de Peñafiel solo se puede ver con visita guiada. Hay 4 al día y os recomendamos comprar la entrada con antelación en este enlace (nosotros no lo hicimos y tuvimos que volver después). Cuesta 6,60 € e incluye el Museo Provincial del Vino, que se encuentra en su interior (Burgos también tiene su Museo Provincial del Vino, en Roa, sede del Consejo Regulador de la D.O.). Por 9,20 € se puede hacer también una degustación de Riberas en el museo.
Pero no os vayáis una vez hayáis visto el castillo, porque el centro histórico de Peñafiel es una maravilla.
Os recomendamos que vayáis al atardecer para poder disfrutar de la mejor luz para admirar y fotografiar el castillo desde el pueblo.
Podéis aparcar el coche fácilmente en la calle Mercado Viejo, al lado del Convento de Santa Clara. Allí hay un puente que cruza el Duero, donde se sitúa el centro histórico de Peñafiel.
Siguiendo esa misma calle encontrarás dos interesantes iglesias. Primero, la de San Miguel de Reoyo, de finales del s. XVI. En la plaza, hay una escultura a la vid que complementa la escultura al vino en la acera de enfrente.
Continuando por la calle se llega al más interesante Convento de San Pablo. Este se comenzó a construirse sobre los restos del alcázar de Alfonso X en el s. XIV, pero, como se terminó dos siglos más tarde, es genial el contraste del ábside de ladrillo gótico-mudéjar con su fachada plateresca.
Seguimos subiendo para llegar a la Plaza del Coso: una de las plazas más curiosas que puedes ver en España, ¡parece un decorado de una película del Oeste! Pero es en realidad, el resultado de una refinada arquitectura popular castellana.
Todas sus ventanas son de madera, decoradas con arabescos y “guardamalletas”, esos adornos de madera tallada tan característicos.
A veces se dice que esta es la primera plaza mayor de España, ya que está documentada desde la Edad Media. Se construyó desde sus inicios para la celebración de torneos, justas y posteriormente celebraciones taurinas. Por eso su suelo es de arena.
Actualmente, se celebran novilladas en las cuales se instala un ruedo en la plaza y se suelta un toro por dentro y otro por fuera. Durante los festejos taurinos, las personas que tienen derecho de uso de estas ventanas se asoman para disfrutar de ellos.
Si estás mirando al castillo, puedes tomar la calle de arriba a la izquierda de la Plaza del Coso para salir hacia el resto del casco antiguo de Peñafiel.
Esta es la Calle Derecha al Coso (sí, así se llama), que tiene varias casas antiguas y muchos bares donde puedes tapear.
Esta calle sale directamente a la Plaza de España. Esta es una plaza con soportales bulliciosa, llena de bares y terrazas, el verdadero centro neurálgico de la movida del pueblo. Aquí se encuentra el anodino Ayuntamiento y la Iglesia de Santa María, donde antiguamente se reunía el cabildo de la ciudad.
Más allá de la Plaza de España puedes encontrar la Torre del Reloj de Peñafiel, que era el campanario de una iglesia románica ahora desaparecida.
Comida en Fuente Aceña: alta cocina castellana
Fuente Aceña, el hotel en el que nos alojamos, tiene un restaurante espectacular. Cocina moderna castellana con ingredientes de la tierra. Es verdad que la carta no es muy extensa pero comimos un día y cenamos otro sin cansarnos. Además, nos ofrecieron dos platos fuera de carta.
El servicio es muy agradable, incluido el sumiller, que te recomienda un vino dentro de su extensa carta de caldos de la Ribera. Nos recomendó dos vinos de bodegas pequeñas de la zona que nos encantaron: Baden Numen Roble (un tinto joven) y Sarmentero Vendimia Seleccionada (un cosecha con 12 meses de crianza).
Si estáis en la zona es un restaurante muy recomendable, aunque no os alojéis en el hotel. Una comida con un Ribera del Duero crianza sale a unos 35-40 € por persona.
Si te alojas en el hotel, te puedes llevar tu botella de vino para disfrutarla después en tu habitación o en la orilla del Duero… como hicimos nosotros.
La Ribera del Duero en Burgos
La Ribera del Duero continúa por la provincia de Burgos. De hecho, aquí se encuentra la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, concretamente en Roa. Aquí también hay una gran concentración de bodegas, se come muy bien y hay varios conjuntos históricos que merece la pena visitar.
Aranda de Duero
Con 32.000 habitantes, Aranda es la ciudad más grande de la Ribera del Duero.
Aranda es el típico sitio en el que la gente para a comer lechazo cuando para por la A-1. Pero la verdad es que, aunque haya muchos buenos asadores, ¡es también un gran sitio para comer de pinchos!
Comparado con otras ciudades de España, su centro histórico no es nada especial. Pero merece la pena darse una vuelta, porque es agradable y tiene algún edificio histórico reseñable.
La Plaza del Trigo nos pareció de lo más pintoresco, parece sacada de Cinema Paradiso. No os perdáis tampoco la Iglesia de Santa María, gótica tardía.
Lo más curioso de Aranda es su red histórica de bodegas subterráneas. Se ha conservado un plano de la ciudad de 1503 en el que se documentan ¡7 km de galerías de bodegas subterráneas en la ciudad!
Están excavadas a entre 9 y 13 metros de profundidad, dejando la bóveda de arcilla para mantener una temperatura aproximadamente constante de entre 10 y 12 ºC.
Estas bodegas subterráneas se abandonaron en el s. XVIII. Ahora, se han reabierto algunas como museos.
Ninguna se utiliza ya para envejecer vinos, como sí se sigue haciendo en Laguardia, en la Rioja alavesa.
Puedes ir a una bodega subterránea que hay cerca de la Plaza de Santa María en la que se organizan visitas guiadas con una copa de vino por 4,90 €.
Pero lo más fácil es ir a comer o tomar unos pinchos en El Lagar de Isilla y visitar la bodega subterránea que hay debajo del restaurante.
Comer en Aranda de Duero
En El Lagar de Isilla tienen muy buenos pinchos y raciones, en especial el bombón rocher de morcilla de Aranda. Sus chuletitas de lechazo servidas con las brasas están espectaculares. En el comedor se puede degustar el lechazo de su asador.
Otro día comimos en el local de al lado: Casa Florencio. Nos parece otra parada obligada de pinchos en Aranda: probablemente el mejor pincho de foie que hemos tomado fuera del País Vasco. Sus raciones son generosas y muy ricas.
Con el calor de julio y de viaje no nos apetecía mucho el lechazo, pero viendo ese horno nos quedamos con ganas de volver para probarlo. De todas formas, comimos lechazo en otras formas: mollejas y en croquetas.
Pero en realidad nuestro mayor descubrimiento fue la morcilla de Aranda. Es parecida a la de Burgos, con cebolla y arroz, pero cambian las especias: le añaden comino y canela.
Además, la cuecen dos veces (antes y después de meterla en la tripa) y parece ser que esto hace que repita menos.
Gumiel de Izán
15 km al Norte de Aranda de Duero, por la A-1, se encuentra Gumiel de Izán, un típico pueblo castellano de 550 habitantes. Es pequeño, pero tiene varias construcciones singulares.
En su plaza mayor se levanta la Iglesia de Santa María, renacentista con elementos barrocos y de una monumentalidad extraña para un pueblo tan pequeño.
Gumiel de Izán tiene otro monumento muy singular, y mucho más moderno.
Bodegas Portia
A las afueras de Gumiel de Izán se encuentra la bodega más moderna de la Ribera del Duero: Portia, del Grupo Faustino. La visita cuesta 14 € con cata de dos vinos. Se pueden hacer las reservas en este enlace.
Seamos sinceros, uno no viene a Portia para tomar buen vino, ya que sus vinos normales son de los más baratos y mediocres de la Ribera del Duero. A Portia se va a visitar la arquitectura excepcional de la única bodega del mundo diseñada por Norman Foster.
La nueva bodega de Portia se abrió en 2010 y Foster y su equipo pasaron 2 años vendimiando y estudiando el proceso de elaboración del vino en las bodegas del Grupo Faustino en La Rioja para comprender las necesidades de esta industria.
Así, construyeron un edificio singular, pero también muy funcional, optimizado para los procesos necesarios para la fabricación del vino. La bodega tiene una forma de estrella de tres brazos, de forma que en cada uno de ellos se realiza una parte del proceso: fermentación, envejecimiento en barrica y almacenamiento.
En el techo de la bodega pueden circular los camiones que descargan la uva en la parte del central de estrella para prensarlas y extraer el mosto.
El diseño de las distintas partes está también muy cuidado. La zona de envejecimiento combina tradición y modernidad perfectamente, pero el almacenamiento de las botellas en esta “biblioteca” es aún más original.
Por esta zona nos quedamos con ganas de visitar Pago de los Capellanes, en Pedrosa de Duero, cerca de Roa, pues nos la habían recomendado y su vino es de lo mejor de la Ribera burgalesa.
Peñaranda de Duero
A unos 20 km al Este de Aranda de Duero, a la orilla del río Arandilla, tomando una carretera secundaria que transcurre entre viñedos se encuentra Peñaranda de Duero, nombrado pueblo más bonito de Castilla y León de menos de 1000 habitantes.
Peñaranda es un típico pueblo de la colonización castellana en la zona del Duero, con su muralla y su castillo construidos para frenar el avance árabe. Las calles adoquinadas y típica arquitectura popular castellana de su casco antiguo te llevan a otros tiempos.
Pero además, en su plaza mayor encontrarás dos monumentos singulares.
En Peñaranda de Duero se encuentra la farmacia más antigua de España aún activa, fundada a principios del s. XVIII. Actualmente, la dirige la octava generación de la familia.
El Palacio de Avellaneda (o de los Condes de Miranda), del s. XVI, tiene una hermosa fachada plateresca esculpida en arenisca. Su interior es increíble, con un típico patio renacentista castellano, estucos neo-mudéjares y los mejores techos de madera labrada de la zona.
Solo se puede entrar con visita guiada (a las 11:00, 13:00, 16:30 y 18:00 de martes a sábados y domingos solo en los dos horarios de la mañana, cuesta 4 €) y no nos fue posible visitarlo en esta ocasión.
Al otro lado de la plaza, la Ex-Colegiata de Santa Ana, de los s. XVI-XVIII. Aunque en esta época ya no había frontera que proteger por aquí, lo cierto es que la iglesia tiene un aire a castillo.
En el centro de la plaza podéis ver el rollo del municipio, muy bien conservado.
En Castilla, un rollo es una columna de piedra que se levantaba solo en aquellos pueblos y ciudades que tenían alcalde y, por tanto, jurisdicción para condenar a muerte.
En el rollo, de hecho, se ejecutaban las condenas capitales y también otras menores, como los azotes públicos.
En la América española, plantar el rollo era el primer acto que se realizada al fundar una nueva ciudad.
Soria también existe...
… pero no nos dio tiempo. Lo dejamos para una próxima visita.
La Ribera del Duero prosigue en la provincia de Soria, hasta San Esteban de Gormaz (45 km al Este de Aranda de Duero). Aunque esta zona es menos conocida ya que no tiene bodegas tan grandes como las de Valladolid y Burgos, también tiene bonitos conjuntos históricos y bodegas de renombre como Dominio de Atauta.
Así pasamos un genial fin de semana en la Ribera del Duero, conduciendo entre viñedos, disfrutando de sus vinos y su gastronomía, de sus pueblos y castillos.
Volvimos a casa con bastante vino en el maletero y ganas de volver.