A las afueras de Rascafría, en un precioso paraje natural en la Sierra de Madrid se encuentra el Real Monasterio de Santa María de El Paular, la cartuja más antigua de Castilla. Un lugar lleno de historia y arte que seguro te sorprenderá.
Para hacerlo más interesante, es un monje que habita en el monasterio quien será tu guía durante la visita.
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Cómo llegar al Monasterio de El Paular
El Monasterio de Santa María de El Paular se encuentra 2 km al Sur del pueblo de Rascafría, en la carretera M-604.
Está a 100 km por carretera de Madrid capital.
El camino más rápido para llegar a El Paular es por la A-1 hasta la salida 69 (Lozoya) y continuar después por la M-604 al Oeste.
También puedes hacer una ruta más pintoresca por la Sierra desde Manzanares el Real y Miraflores de la Sierra, cruzando el Puerto de la Morcuera. Ten cuidado porque la carretera es muy estrecha, pero merece mucho la pena el paisaje.
De esta manera podrás visitar en una excursión de un día desde Madrid el Monasterio de El Paular y el pintoresco Castillo nuevo de Manzanares el Real.
En transporte público es posible llegar, pero la conexión es muy deficiente. Tardarás unas 2h15 en llegar desde el Intercambiador de Plaza de Castilla (metro: líneas 1, 9 y 10).
Deberás tomar el autobús 194 hasta Rascafría. Hay tres autobuses de lunes a viernes y solo dos en sábados, domingos y festivos. Puedes mirar los horarios de Madrid a Rascafría en este enlace y para la vuelta en este otro.
El 194a sale de Buitrago del Lozoya y te deja directamente en El Paular (solo funciona de lunes a viernes)
Horarios y precios de la visita al Monasterio de El Paular
El Monasterio de El Paular abre de miércoles a domingo de 11:00 a 13:30 y de 16:00 a 18:00.
Hay disponibles dos tipos de visitas:
- Visita libre al claustro: 5 € por persona.
- Visita guiada que incluye además del claustro la zona monástica: 7 € por persona.
Nosotros recomendamos la visita guiada, ya que en la zona monástica hay un par de verdaderas joyas que no te puedes perder. Además, que te enseñe el monasterio un monje de allí tiene su encanto. Esta debe reservarse en la página web del Monasterio, a través de este enlace.
Hay 3 visitas guiadas al día de miércoles a viernes, 8 los sábados y 6 los domingos y “fiestas de guardar”.
Un poco de historia
El monasterio de El Paular fue fundado en 1390 por monjes cartujos, que se caracterizan por una vida de aislamiento y comtemplación, sin apenas vida comunitaria. Esta orden fue fundada por San Bruno en la Grande Chartreuse, en un paraje de los Alpes franceses con cierta similtud a la zona de Rascafría.
Los primeros monjes de El Paular llegaron de la cartuja catalana de Scala Dei (la primera que se fundó en España). El Paular creció rápidamente gracias a la protección de la corona castellana: el rey Enrique III incluso mandó construir una residencia real en el propio monasterio.
Durante el reinado de los Reyes Católicos hubo una importante remodelación y ampliación del monasterio (entonces se construyó el claustro), en la que participó Juan Guas, el arquitecto real a quien debemos también el Castillo nuevo de Manzanares el Real.
Pero fue en el s. XVII cuando se añadieron las dos impresionantes obras maestras únicas de El Paular: la gran serie de 56 cuadros sobre los cartujos realizada por Vicente Carducho para el claustro y la impresionante Capilla del Sagrario.
Las Guerras Napoleónicas y la Desamortización de Mendizábal resultaron nefastas para la conservación del Monasterio de El Paular. En 1836 el conjunto pasó a manos de particulares que no se preocuparon por mantener esta magnífica obra de arte (lo llegaron a utilizar como cuadra).
En 1874 el Estado español adquirió la parte de mayor valor histórico-artístico. El abandono de décadas y la humedad del clima habían causado grandes estragos en El Paular y muchos de sus frescos se habían perdido ya para siempre.
En la década de 1950, el monasterio se volvió a abrir, esta vez con monjes benedictinos, que siguen habitando El Paular (y que, a diferencia de los originales, viven en comunidad).
Pero fue a partir de 1990 cuando se ha ido devolviendo su esplendor artístico a El Paular, culminando con la recuperación de 52 de los 56 cuadros de Carducho, su restauración por el Museo del Prado y su colocación en 2011 en su sitio original: el claustro de El Paular.
Visita al Monasterio de El Paular
Se nota que el El Paular se ha renovado y modernizado recientemente, y busca atraer el turismo. Aunque siga siendo un monasterio en activo, también se abrió un hotel en una parte del edificio.
Antes de pasar a la tienda y taquillas del Monasterio, disfruta de la vista de la iglesia, con la Sierra al fondo.
Primero, pasarás por la zona de exposiciones, en lo que era el claustro primitivo, del que no queda prácticamente nada. En esta, cuentan la historia del monasterio las grandes tareas de restauración de las últimas décadas.
Pasarás después a un patio con un porche a un lado, desde el que se entra a lo que sigue en pie del Monasterio.
Al entrar al Monasterio desde el patio, queda la entrada a la iglesia a la derecha, que solo se puede ver en la visita guiada.
Cruza la galería de acceso al claustro con bóveda en forma de artesa invertida, obra de Juan Guas para llegar a la primera gran obra maestra de El Paular.
El claustro y la serie cartujana de Carducho
El pintor Vicente Carducho (o Vincenzo Carduccio) nació en Florencia pero se crió en España y fue un gran teórico del arte y el máximo exponente de la escuela madrileña de pintura y pintor de Felipe III. Desarrolló una gran rivalidad con Velázquez, al ver cómo le amenazaba el puesto.
Probablemente su mayor obra fue esta serie cartujana: un conjunto de 56 grandes cuadros de 3,45 x 3,15 metros con forma de arco de medio punto para ser colocados en las paredes del claustro del Monasterio de El Paular, entre arco y arco.
El hecho de que los cartujos, con el apoyo del rey, pudieran contratar al pintor más reputado de la corte madrileña revelan su gran poder e influencia, por mucha vida contemplativa y austera que les impusiera su regla.
Carducho necesitó seis años, de 1626 a 1632, para terminar sus 56 obras.
Entre los 56 cuadros se contaban dos de menores dimensiones con el escudo de la orden cartuja y el del rey Felipe IV (los que pagaron el trabajo), que se han perdido.
Los otros 54 cuadros (de los cuales se conservan 52) se dividen en dos series.
La primera serie de 27 cuadros cuenta la vida y milagros (póstumos) de san Bruno de Colonia, fundador de la orden de los cartujos, desde que decide abandonar la vida pública y retirarse a la Grande Chartreuse.
La segunda serie de 27 cuenta la historia de los cartujos en Europa, su vida de humildad y penitencia, incluyendo escenas de éxtasis religioso como el cuadro de la Virgen ahuyentando a un dragón de los sueños de un monje.
Los últimos cuadros de la serie son quizás los más interesantes. Ilustran los conflictos religiosos de la Europa de los s. XVI y XVII, a través de la persecución y martirio de los cartujos a manos de los protestantes ingleses y los musulmanes.
Tras la desamortización, los 56 cuadros desaparecieron de El Paular y acabaron repartidos por distintos museos de España. El Museo del Prado los recuperó y tardó 9 años en restaurarlos, finalizando en 2006.
Luego, hubo que acondicionar y climatizar el claustro para garantizar que los cuadros se conservarían allí como en un museo. La mala noticia es que por eso no se puede salir al patio del claustro y los arcos exteriores están cerrados, perdiéndose la perspectiva del mismo.
Hay que reconocer que los cuadros en el claustro no se ven tan bien como en un museo, pero el arte siempre se entiende mejor en su contexto original.
La iglesia y el retablo isabelino
Después de admirar el claustro, nos sentamos en el patio hasta la hora de la visita guiada. Puntual llegó nuestro monje-guía que nos dio la bienvenida e introducción en la puerta de la iglesia del monasterio. En este porche de entrada están representados los escudos de los monarcas castellanos que construyeron El Paular, desde Enrique III a Isabel I.
Cruzamos la puerta y nos encontramos la segunda maravilla de El Paular: un increíble retablo de madera de la época de los Reyes Católicos (fin del s. XV).
El retablo también ha sido restaurado y se pueden admirar todos los detalles y colores de las diferentes escenas de la vida de Cristo.
En esta misma zona no hay que perderse la reja de metal también de la época de los Reyes Católicos y la sillería del coro, que estuvo en la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid y se ha devuelto a El Paular.
La Capilla del Sagrario
Después, hay un par de capillas que no tienen tanto interés por las que se pasa por puertas sucesivas (la organización de la iglesia es de lo más curioso, vas pasando por pequeñas habitaciones cerradas en lugar de un gran espacio).
Y por último, la tercera gran obra maestra de El Paular: la Capilla del Sagrario, una de las obras más bellas del barroco español.
Tiene dos grandes zonas. En el centro, un vestíbulo octogonal, con 4 pequeñas capillas.
En su cúpula había un gran fresco que desafortunadamente se ha perdido debido a la humedad del clima y el abandono de El Paular, al igual que casi todas las pinturas de las capillas. En la restauración, se ha hecho un difuminado neutro en estas zonas.
En uno de los lados del octógono, se abre tras una reja un enorme transparente.
Este es un espacio hexagonal con grandes ventanas en la parte más alta (similar al de la Catedral de Toledo) que dirigen la luz hacia un sagrario monumental de mármoles de colores (una estructura que servía para guardar una custodia).
Todas las paredes del espacio están cubiertas de mármoles de colores.
Después pasamos al refectorio, donde ya estaban las mesas puestas para la cena de los monjes. Lo preside un gran cuadro de la última cena y un púlpito para dar el sermón (los demás deben comer en silencio).
Y por último, por unas galerías con bonitos azulejos de Talavera del s. XVIII acabamos volviendo al claustro del Monasterio.
Y enfrente, el Bosque Finlandés de Rascafría
Al salir del monasterio, no te vayas tan rápido. Cruzando el río Lozoya por el Puente del Perdón, justo al otro lado de la carretera, puedes dar un agradable paseo por la naturaleza.
A unos 500 metros, toma un sendero a la izquierda para llegar al Bosque Finlandés de Rascafría: un lugar fantástico para relajarte con su pequeño lago y una cabaña de madera que tiene una sauna.
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