Al Oeste del Cáucaso meridional – una de las regiones más diversas del mundo – se encuentra Georgia, con un rico patrimonio cultural e increíbles paisajes. Sus monasterios medievales, bien conservados, nos recuerdan que Georgia estaba, y sigue estando, en la frontera del cristianismo.
La lengua georgiana (kartuli), junto con otras lenguas minoritarias vecinas, forman la familia de las lenguas kartvelianas, una de las 3 que solo existen en el Cáucaso. Se escribe con al alfabeto georgiano (მხედრული) y su fonética y gramática son endiabladamente complejas. Los georgianos se llaman a sí mismos kartvelebi y a su país Sakartvelo.
Un poco de historia de Georgia
Georgia alcanzó su periodo de mayor esplendor político y cultural entre los s. XI-XIII, bajo la dinastía Bagration. Este periodo es conocido como la Edad de Oro o Renacimiento Georgiano. El zénit de esta época se produjo durante el reinado de David IV, “el Constructor”, quien luchó contra los otomanos que habían invadido la región y expandió su reino hasta el Caspio, incluyendo la mayor parte de los actuales Azerbaiyán y Armenia.
La mayoría de los monasterios históricos que se pueden visitar en Georgia se construyeron durante esa época. La calidad del arte, especialmente los frescos, es impresionante si se compara con sus contemporáneos en Europa.
En el s. XVI, los otomanos y los persas de la dinastía Safávida tomaron el control del Cáucaso y se lo repartieron. Rusia también se metió de lleno en la región, presentándose como la defensora de los cristianos del Cáucaso y acabó controlando y anexionándose Georgia.
El Cáucaso ha sido un polvorín político y cultural en los últimos dos siglos, y lo sigue siendo. Hoy en día en Europa Occidental se mira poco a la región, pero en el s. XIX el problema del Cáucaso era un tema muy popular en Europa y Estados Unidos. El futuro político del Cáucaso se discutía en los salones parisinos, mientras se convertía en un destino exótico para los aventureros y en inspiración para poetas como Pushkin.
Después del fallido experimento de la República Transcaucásica, Georgia se convirtió en una de las 15 repúblicas socialistas soviéticas. La época post-soviética no ha sido nada fácil para Georgia, debido a tensiones entre sus grupos étnicos y relaciones muy complicadas con sus vecinos, especialmente con Rusia.
El 18% del territorio internacionalmente reconocido de Georgia está controlado por los dos Estados de Abjasia y Osetia del Sur, reconocidos muy limitadamente. Ambos declararon su independencia y obtuvieron el control del territorio al tiempo que la URSS se desmoronaba. Rusia apoya a ambos y les reconoce oficialmente desde la guerra entre Georgia y Osetia del Sur (y Rusia) de 2008… y está tomando su control.
¿Es seguro viajar a Georgia?
Totalmente. A pesar de su turbulento pasado y presente, Georgia es un destino seguro y muy atractivo. Si vas, serás recompensado con una experiencia inolvidable.
Seguro de viaje para Georgia
Como Georgia no forma parte de la Unión Europea, tu asistencia médica no estará cubierta por la Tarjeta Sanitaria Europea. Por ello, es muy recomendable contratar un seguro de viaje.
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Vino georgiano
Los georgianos aseguran ser los inventores del vino, acumulando miles de añadas registradas. Georgia era desde luego la Rioja de la Unión Soviética, y sus vinos siguen siendo muy apreciados en Rusia, pero casi desconocidos en Europa Occidental.
Los vinos georgianos son de muy buena calidad y muchos se siguen elaborando con el método tradicional, utilizando qvevri: grandes tinajas de barro utilizadas para la fermentación del vino (enterradas para mantener una temperatura constante), su almacenamiento y crianza.
El país tiene muchas variedades de uva autóctonas: las más comunes son las tintas Mukuzani y Saperavi y las blancas Rkatsiteli, Tsinandali y Mtsvane (que, por cierto, significa “verde”).
De los vinos georgianos que hemos catado, el Kakhetian Noble, de Badagoni, es el que más nos ha gustado (cuesta unos 12 € la botella en Georgia).
Cómo llegar
Hay tres aeropuertos internacionales en el territorio controlado por la República de Georgia: el más grande es el de Tbilisi, pero también se puede volar a Kutaisi o Batumi, en la costa del Mar Negro.
Los vuelos a Tbilisi desde Europa no son caros. Hay muchas conexiones vía Estambul con Turkish Airlines y Pegasus.
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Cómo desplazarse
Nosotros alquilamos un coche en una agencia internacional. Nos preguntaron dónde íbamos a ir porque en algunos sitio solo te dejan ir con un 4×4. Los atascos en Tbilisi son famosos en todo el Cáucaso, por lo que equivocarse de salida significa perder mucho tiempo.
La calidad de las carreteras es bastante desigual. Las autovías en los alrededores de Tbilisi y la parte de la E60 desde la capital hasta cerca de Gori están en buenas condiciones, pero la mayoría de las carreteras son de un carril por sentido. Lo peor es que es habitual encontrarse secciones sin asfaltar sin aviso.
¡No os fieis de Google Maps! No distingue entre carreteras asfaltadas, de ripio… o caminos por los que no puede ir un turismo. No tengáis prisa y disfrutad de la carretera. Merece la pena.
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Nosotros no utilizamos el transporte público en Tbilisi, ya que nos quedamos en el casco antiguo y este se puede visitar fácilmente a pie. Además, tuvimos coche de alquiler durante nuestro primer día en la ciudad.
En cualquier caso, el metro de Tbilisi tiene dos líneas y abre de 6 a medianoche. Es muy barato: un billete sencillo cuesta 0,50 lari (unos 0,15 €). Tienes que comprar una tarjeta antes, que puedes devolver al final de tu estancia. Es probablemente una buena idea para evitar el tráfico de Tbilisi. La estación de Liberty Square es la más cercana a la ciudad vieja.
Un libro para leer en el avión
Si quieres aprender algo sobre el galimatías cultural del Cáucaso, su historia reciente y por qué las cosas son como son hoy en día, recomendamos El fantasma de la libertad (The Ghost of Freedom), de Charles King.
Viaje de 7 días en Georgia
Día 1: Llegada a Tbilisi
Las dos primeras noches nos quedamos en Tbilisi pero fue al final de nuestro viaje cuando realmente visitamos la ciudad.
Este primer día solo tuvimos tiempo para cenar en Puris Sakhli (Casa del Pan), una recomendación de una autóctona. Sirven buena cocina tradicional georgiana y tienen una amplia y cómoda terraza. Probamos nuestro primer guiso georgiano, con cantidades generosas de cilantro y los típicos khinkali.
Nota: utilizaremos la transcripción de los topónimos georgianos a la pronunciación inglesa, pues así aparecen en los mapas y carteles de las carreteras, así como los platos georgianos. “Kh” es la forma en que se representa nuestro sonido “j” en la transcripción inglesa. Así, “Mtskheta” en español se transcribe como “Mtsjeta” y “khachapuri” se pronuncia [jachapuri].
Recuerda: cuando hayas planeado visitar iglesias, viste pantalón largo y evita camisetas sin mangas. Las mujeres deben cubrirse el pelo, aunque suelen proporcionar pañuelos a la entrada.
En Tbilisi, nos alojamos en el Silver Hotel, un encantador hotelito en una pequeña calle del centro histórico. La localización es fantástica porque no hay nada de ruido pero está al lado del meollo y tiene muy buena relación calidad-precio.
A la vuelta de nuestra ruta, como no había sitio en el Silver, nos fuimos una noche al VIP Hotel, un hotel clásico, más grande, en Kote Afkhazi, la calle principal del casco antiguo.
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Día 2: Davit Gareja
Después de desayunar fuimos a por nuestro coche de alquiler y salimos para Davit Gareja. Nos llevó casi 3 horas desde Tbilisi. Los últimos kilómetros de la ruta transcurren por una carretera de grava, donde no se puede ir a más de 20 km/h.
Davit Gareja es un complejo monástico fundado en el s. VI en una meseta semidesértica muy pintoresca. Sus iglesias, refectorios y celdas están excavados en la roca y fueron decorados por frescos durante la Edad de Oro Georgiana (s. XI-XII). Algunos de ellos aún se conservan.
El monasterio se integra exquisitamente con el paisaje lunar y su situación remota (de hecho, parte del complejo está en una zona reclamada por Azerbaiyán) lo hacen único. Sin embargo, si no quieres andar mucho, solo podrás ver el monasterio principal.
En retrospectiva, teniendo en cuenta el tiempo que nos llevó llegar hasta allí y que no nos apetecía hacer senderismo bajo el sol abrasador, es probable que hubiera merecido más la pena dedicar este día a explorar Tbilisi. Ahora bien, si vas a visitar la región vinícola de Kakheti (en la cual el monasterio está situado), entonces es algo que no te puedes perder.
De vuelta a Tbilisi, dimos un paseo muy agradable por el centro de la ciudad y cenamos en Café Gabriadze, de los dueños del teatro de marionetas, al que pertenece la famosa torre del reloj.
Día 3: Mtskheta - Gori - Uplistsikhe
Mtskheta
En nuestro tercer día, cogimos la carretera para recorrer el Oeste de Georgia. La primera parte de nuestro viaje fue Mtskheta. Situada en la confluencia de los ríos Mtkvari (Kurá) y Aragvi, 25 km al Norte de Tbilisi, fue la capital del antiguo reino de Iberia y el principal centro cristiano de Georgia – por ello la Iglesia Ortodoxa Georgiana la considera una ciudad santa.
En Mtskheta se encuentra una obra maestra de la arquitectura medieval georgiana, la Catedral de Svetitskhoveli (del Pilar de Vida). Se trata del edificio religioso antiguo más grande de Georgia.
Fue fundada en el s. IV, pero la construcción que admiramos hoy fue construida en 1010-1029, y renovada en varias ocasiones posteriores. La cúpula data del s. XV y la muralla fue añadida en el s. XVIII.
La importancia de esta catedral no fue solo religiosa, sino también política: era el lugar de coronación y entierro de los reyes georgianos.
Su tamaño y calidad artística empequeñece a sus contemporáneos europeos.
Sus tallas y frescos se encuentran entre los mejores ejemplos del arte cristiano ortodoxo. Originalmente, el interior de la catedral estaba totalmente cubierta de ellos: aunque muchos se han perdido, aunque se conservan algunos en muy buen estado.
La catedral incluso busca relacionarse directamente con Jesucristo y Tierra Santa. Hay una copia en miniatura de piedra de la Iglesia del Santo Sepulcro y se dice que el cimborrio pintado del s. XVII (arriba) se construyó en el lugar donde la túnica de Cristo fue supuestamente enterrada.
Después de Mtskheta, seguimos conduciendo hacia el Oeste durante otra hora para llegar a Uplistsikhe. La autopista pasa a 1 km de Osetia de Sur. De hecho, la salida a su capital, Tskhinvali, está señalizada, pero no nos atrevimos a entrar, aunque tampoco nos habrían dejado.
Uplistsikhe
Uplistsikhe es una ciudad medieval excavada en la roca, un preludio de lo que veremos en un par de días en Vardzia.
La entrada a la ciudad se realiza por un túnel excavado… y sales ahí, en esta ciudad de piedra en medio de la nada.
No es tan grandiosa como Vardzia y se encuentra en peor estado, en buena parte debido a un terremoto en 1920.
Por eso, si ya has estado en Vardzia, te puede decepcionar, pero merece la pena parar de camino.
Para seguir hacia Kutaisi, tienes que entrar en Gori, la ciudad donde nació Stalin. Aquí tuvimos un pequeño accidente. Utilizamos un zona de aparcamiento para dar la vuelta y al salir marcha atrás no nos dimos cuenta de que había una acequia entre la calle y la zona para aparcar. La rueda se quedó atascada y cuatro autóctonos, que recordaban a la poderosa delantera de la selección georgiana de rugby, nos tuvieron que empujar el coche para sacarlo. Podría haber sido peor: solo nos costó los 300 € de la fianza del coche.
Después de pasar Gori, la carretera empeora sensiblemente. Lo peor es que estaba marcada como autopista hasta Kutaisi. Había una autopista en construcción, pero las obras ralentizaban todavía más el tráfico denso en esta carretera de dos carriles (es parte de la ruta Estambul – Teherán)… así que nos llevó dos horas más de lo que habíamos planeado llegar a Kutaisi.
Día 4: Kutaisi - Gelati
Kutaisi
Kutaisi es tradicionalmente la segunda ciudad de Georgia, pero su población ha caído casi a la mitad desde la disolución de la Unión Soviética, por lo que ha sido sobrepasada por Batumi, en la costa del Mar Negro.
Fue la primera capital del reino medieval de Georgia, hasta que se trasladó a Tbilisi en 1122. Después, cuando Georgia se dividió en pequeños reinos rivales, fue capital del reino de Imereti. Sin embargo, hoy en día, en la ciudad queda poco más que la controvertida Catedral de Bagrati como testimonio de tan larga historia… pero sus alrededores atesoran un patrimonio impresionante, como veréis.
En el centro de Kutaisi se encuentra la Fuente de Colchis. Colchis es el nombre griego del antiguo Estado de Egrisi, que se encontraba en lo que hoy es la zona occidental de Georgia, y estaba habitado por poblaciones de habla kartveliana.
Quizás esto no te diga nada, pero seguro que has oído hablar del mito griego del vellocino de oro. Pues este se encontraba en Colchis, allí es donde se dirigían los argonautas.
Los adornos de la fuente son copias ampliadas de joyería de Colchis encontrada en el cercano yacimiento de Vani. Detrás de la fuente se encuentra el Teatro Meskhishvili, un elegante edificio oval de estilo clasicista soviético. Y al fondo se yergue orgullosa sobre una colina, la Catedral de Bagrati.
Catedral de Bagrati
Empezamos subiendo a la Catedral de Bagrati. La catedral fue una obra maestra del renacimiento georgiano, construida originalmente en el s. XI. Desafortunadamente, los otomanos la dañaron ostensiblemente en 1692, tras conquistar Imereti. La cúpula y el techo se vinieron abajo.
En la década de 1950, comenzaron unos trabajos de restauración para consolidar la integridad de la esctructura y mejorar el estado de las ruinas de la catedral. Cuando el trabajo finalizó en 1994, el monumento fue incluido en la lista de Patrimonio Mundial de UNESCO.
Pero en 2010 un equipo liderado por el arquitecto italiano Andrea Bruno comenzó una verdadera reconstrucción, para tratar de recrear el esplendor original de la catedral. Esto incluía reconstruir el techo y la cúpula que se habían desplomado hacía tres siglos
El problema con este tipo de trabajos es que un edificio reconstruido puede gustar más al turista (y permite que el edificio se utilice), pero su autenticidad se ve amenazada. En una frase: acabarás con un bonito edificio nuevo que se parece a la idea que tenemos del antiguo, pero no un verdadero edificio histórico.
En este caso, la reconstrucción fue tan controvertida que, mientras el gobierno de Georgia le otorgaba una medalla de oro al arquitecto, UNESCO primero añadió la catedral a la lista de patrimonio de la humanidad en peligro, conminó al gobierno georgiano a revertir parte de los cambios realizados, finalmente retiró a la Catedral de Bagrati su condición de Patrimonio de la Humanidad en 2017, por haber sido objeto de una “extensa reconstrucción perjudicial para su integridad y autenticidad”.
Os dejamos unas fotos para que lo juzguéis. Al menos, no pintaron frescos “históricos” como en Knossós.
Cueva de Prometeo
Nuestra próxima parada fue la Cueva de Prometeo. Su historia es la de la creación de una atracción turística. Esta cueva kárstica fue descubierta en 1980, abierta a los visitantes durante un breve periodo y abandonada tras el colapso de la Unión Soviética y la inestabilidad posterior en Georgia.
En 2010 fue convertida en una atracción turística de primer nivel. Se comenzó inventando un nombre legendario para ella. Lo de “Cueva de Prometeo” fue una idea del mismo presidente Saakashvili. Prometeo, el fundador mitológico de la civilización humana, fue encadenado a una montaña como castigo por robar el fuego a los dioses y entregárselo a los humanos, supuestamente en esta zona.
La cueva en sí es impresionante y está atravesada por un río subterráneo. La visita incluye un paseo de una hora y al final se sale al mundo exterior en barco por el río (cuidado con la cabeza, aunque te dan un casco). Para hacerlo más atractivo para los turistas, iluminan la cueva con luces de colores, lo cual no nos pareció una buena idea, mucho menos para sacar fotos.
Monasterio de Gelati
Finalmente, llegamos al Monasterio de Gelati. Se levanta sobre una colina cerca de Kutaisi y es probablemente la obra arquitectónica más significativa de la Edad de Oro Georgiana.
David IV, “el constructor”, fundó este monasterio como una academia en 1106, y pronto se convirtió en uno de los centros teológicos más importantes del cristianismo ortodoxo: tanto que se le llegó a conocer como “el nuevo Athos“.
Es una pena que la estructura exterior estaba siendo restaurada cuando visitamos el monasterio. En cualquier caso, lo más impresionante es el interior, cuya rica decoración es la más impresionante del Cáucaso.
Todos sus muros, techos y la cúpula están cubiertos por frescos o mosaicos de oro, en el refinado estilo bizantino propio del renacimiento georgiano.
La mayoría de estas maravillosas obras de arte necesitan restauración, pero esta se está llevando a cabo bajo la supervisión de UNESCO.
Volvimos a Kutaisi alrededor de las 3 con un hambre atroz. Así que entramos en una cafetería belle époque y comimos un khachapuri adjaruli – el clásico pan relleno con queso georgiano con huevo y mucha mantequilla.
Khachapuri: el plato georgiano más famoso
El khachapuri es el plato más famoso de la cocina georgiana, y a todo el mundo le gusta. Nosotros también lo hemos hecho en casa para rememorar el viaje, ¡no es difícil!
Cada región de Georgia tiene su propio khachapuri que, significa literalmente “pan de queso”, pero los más comunes son: adjaruli (de Adjara), imeruli (de Imereti) y megruli (de Mingrelia). Estos dos últimos son similares pero se diferencian en el tipo de queso utilizado. Tienen forma redonda y cerrada y se rellenan de queso y mantequilla. El adjaruli es el que más llama la atención a los extranjeros, por su original forma y el huevo pero en realidad el más habitual es el imeruli.
Cuando salíamos de Kutaisi, paramos en el nuevo edificio del parlamento georgiano. Para tratar de relajar tensiones separatistas y demandas de mayor autonomía en algunos territorios, el presidente Saakashvili promovió trasladar el parlamento del país a Kutaisi, que está más cerca de la separatista Abhkazia (Abjasia) y la región autónoma de Adjara.
Se necesitaba entonces un nuevo edificio. Su construcción finalizó en 2012. No sé si es porque nos acabábamos de comer uno, pero nos recordó claramente a un khachapuri. En 2017, el nuevo gobierno decidió trasladar el legislativo de nuevo a Tbilisi.
Diciendo adiós a Kutaisi, tomamos la carretera hacia el Sur para llegar a Akhaltsikhe, la ciudad más cercana a Vardzia. Nos alojamos en el Hotel Almi, muy cómodo, con habitaciones espaciosas y muy bien de precio.
El trayectó duró unas 3h30, por lo que al llegar estábamos tan cansados que nos quedamos en el hotel… y nos tomamos la botella de vino que nos habían regalado en la aduana al entrar al país. Entendimos que no daban exactamente lo mejor de su producción, pero era un buen regalo de todas formas.
Día 5: Vardzia
Vardzia es un monasterio medieval excavado en la roca, o más precisamente, en una cara de una montaña escarpada en un valle del río Mtkvari (o Kurá), que pasa también por Tbilisi.
Fue construido en 1185 durante el reinado de Tamar, y se extiende a lo largo de unos 500 metros en la roca, inaccesible para los invasores mongoles. Con unas 6000 estancias que ocupan hasta 40 metros de altura, bien se merece ser llamada una verdadera ciudad.
Aproximadamente en la mitad del complejo, destaca la iglesia, que se extiende a lo alto de varios pisos y está cubierta por una pared de piedra con dos arcos. Los frescos medievales en sus muros son notables, y aunque no se puedan comparar por número y calidad a los de Gelati, su localización única les confiere un encanto especial.
Las diferencias entre los paisajes de Vardzia y Davit Gareja (el primer monasterio rupestre que visitamos) es impresionante, considerando que solo les separan 300 km en línea recta.
Saliendo de Vardzia, paramos en la cercana fortaleza de Khertvisi. Esta colina ha estado fortificada desde la Antigüedad pero los actuales muros datan del s. XIV. Fue un bastión muy importante en la región y, aunque se halla en ruinas, sigue siendo imponente.
¡Y así nos fuimos de vuelta hacia Tbilisi, terminando nuestra ruta georgiana!
Día 6: Tbilisi
Tbilisi es una ciudad llena de contrastes: plazas y calles encantadoras se encuentran al lado de viviendas en ruinas. Todas las civilizaciones que han controlado la ciudad han dejado su huella: hay iglesias georgianas medievales, mezquitas otomanas y baños que parecen traídos de Asia Central.
Al contrario de lo que esperábamos, Tbilisi es bastante turístico. En dos semanas en Armenia y Georgia, no vimos muchos viajeros, excepto en la capital georgiana. Es como si la gente aprovechase los vuelos baratos a Tbilisi, pero luego se perdieran todo lo que la región tiene que ofrecer a los visitantes.
Catedral Tsminda Sameba
Nuestro primer día en Tbilisi todavía teníamos nuestro coche de alquiler, así que comenzamos visitando la Catedral de la Santísima Trinidad (Tsminda Sameba).
Con una altura de 80 metros, Tsminda Sameda se yergue sobre una colina dominando la margen izquierda (Este) del río Mtkvari. Fue consagrada en 2004 y construida en un estilo historicista, con elementos de diversos periodos que resumen la historia de la arquitectura georgiana. La catedral es elegante, con una simetría y dimensiones imponentes.
Si queremos comprender su significado y por qué fue construida, debemos pensar en el papel de la religión en la identidad nacional georgiana y en los acontecimientos de 1989, cuando se propuso la construcción de la nueva catedral para conmemorar 1500 años de la autocefalia de la Iglesia Georgiana.
En Georgia (como en Armenia), orgullo nacional y religión están interrelacionados. La gran mayoría de la población se declara religiosa y es muy habitual ver devotos en las iglesias. No debería sorprendernos: su religión les diferencia claramente de los invasores turcos y persas y de sus vecinos azeríes y otros grupos minoritarios musulmanes del Cáucaso. También reafirma su identidad nacional, opuesta a la rusificación y laicismo soviéticos.
1989 fue un año tumultuoso para Georgia. El 9 de abril, tropas soviéticas disolvieron violentamente una manifestación pacífica en Tbilisi, matando a veinte personas. Muchos interpretan este suceso como la mecha que prendió la lucha por la independencia de Georgia… y les separó más de Abjasia, que se mantuvo leal a la Unión.
Pero en 1989 también comenzaron los conflictos violentos inter-étnicos en Abjasia y Osetia del Sur.
Este despertar nacional y espiritual necesitaba un símbolo: un enorme templo historicista que recree el esplendor medieval de Georgia. Irónicamente, la construcción del templo no pudo comenzar hasta 1995 debido a todos los problemas que tuvo el país desde su propuesta.
Cocina georgiana
Después de devolver el coche y volver a la vida del peatón fuimos a comer a Schuchmann Wine Bar & Restaurant, al lado de la Catedral de Sioni.
Se trata de un restaurante que parece una bodega con bóvedas de ladrillo. Sirven cocina tradicional georgiana con toques modernos y vinos de bodegas de su propiedad. Tienen vinos elaborados a la europea y tambien mediante el estilo tradicional con qvevri de las principales variedades autóctonas del país: tintos mukuzani y saperavi, blancos rkatsiteli…
Como era bastante tarde, estábamos práticamente solos en el salón, pero la comida estaba deliciosa.
Probamos pkhali por primera vez y resultó ser uno de nuestros platos georgianos favoritos: son bolas de colores hechas con verduras finamente picadas y frutos secos, que se sirven como entrante. También tomamos chakapuli (rollos de ternera con puré de patatas) y chanakhi (cordero con berenjenas, patatas y salsa de tomate), regado con un saperavi de qvevri.
El vino, redondeado y con cuerpo, maridaba a la perfección. La comida estaba deliciosa y las raciones eran más grandes de lo que parecían. La cuenta sale a unos 20 € por persona.
A la salida del restaurante se encuentra el interesante monumento al “maestro de los brindis” (tamada). En las cenas formales georgianas, como en bodas o grandes reuniones, el tamada es la persona encargada de decidir cuándo y a quién se dedican los brindis.
Iglesias del Tbilisi antiguo
Después, visitamos el patrimonio religioso de Tbilisi. Comenzamos por la Catedral de Sioni, que recibe su nombre del monte Sión (es bastante común en Georgia). Esta catedral fue la sede del patriarcado de Georgia hasta que se consagró Tsminda Sameba.
Los orígenes del templo se remontan al s. VI, pero la construcción actual data del s. XIII y ha sido reformada en varias ocasiones. Los murales, bóvedas y la cúpula fueron pintados al fresco a mediados del s. XX. No se trató de una reconstrucción ni restauración, sino de un trabajo totalmente nuevo, y son de hecho más cercanos a la tradición rusa.
Cerca de Sioni, cruzando la calle Kote Afkhazi se encuentran dos de las iglesias antiguas más importantes de Tbilisi: Jvaris Mama y Norasheni. La iglesia de Norasheni nos enseña algo sobre las tensas relaciones entre vecinos en el Cáucaso, incluso entre aquellos que se toleran…
Originalmente era una iglesia Armenia (los armenios tienen su propia iglesia, que como la Iglesia Copta, rompió con la tradición ortodoxa y católica en el Concilio de Calcedonia de 451). Fue confiscada por las autoridades soviéticas y convertida en una biblioteca. Tras la independencia georgiana, fue transformada en una iglesia georgiana, eliminando los símbolos armenios. La minoría armenia protestó y la iglesia fue clausurada, pero no retornada a su comunidad.
Cerca de estas se encuentra la Catedral armenia de San Jorge, que es la sede de la diócesis de Georgia de la Iglesia Armenia. El origen de la construcción no está claro, pero los persas la quemaron cuando saquearon Tbilisi en 1795 y fue restaurada unas décadas más tarde. Esta sigue funcionando como iglesia armenia.
Tbilisi moderno
Cambiando totalmente de estilo, vamos al Puente de la Paz sobre el río Mtkvari (Kura). Se trata de un puente de cristal y acero inaugurado en 2010 y que por la noche se ilumina con luces de colores. Añade un bello contraste moderno a la ciudad.
También se puede ver como un puente histórico entre el Tbilisi antiguo, en el lado derecho (Oeste) del río y la moderna margen izquierda. De hecho, el moderno auditorio Rike, al otro lado del puente, sigue un estilo similar, así como la cúpula de cristal del neoclásico palacio presidencial.
Finaliza el día en nuestra plaza favorita de Tbilisi, donde se encuentra la original torre del reloj. Este monumento singular fue construido en 2010 por el marionetista Rezo Gabriadze como una extensión a su teatro de marionetas. La escena del reloj muestra el ciclo de la vida: chico conoce a chica, matrionio, nace un bebé y funeral.
Día 7: Tbilisi, 2º día
Metekhi
Comenzamos nuestro último día en Tbilisi visitando la iglesia de Metekhi. Este templo se encuentra en un lugar privilegiado, en lo alto de un acantilado en la orilla izquierda del Mtkvari. Siguiendo la tradición georgiana, la iglesia se construyó para que pareciera una continuación del barranco.
No está claro cuándo fue construida, pues algunos de sus elementos arquitectónicos son bastantes arcaicos (lo que lleva a algunos a datarla en el s. VI), mientras que las ornamentaciones talladas son típicas de la Edad de Oro Georgiana. Es una pena que no pudiéramos visitar su interior.
Fortaleza de Narikala
Cruzando el río desde Metekhi se encuentra la fortaleza de Narikala, nuestra siguiente parada.
Esta fortaleza ha sido testigo de todos los cambios de dominio en el lugar desde que fue fundada como una ciudadela persa en el s. IV. La mayor parte de los muros que vemos hoy fueron construidos por los árabes en el s. VIII, que también erigieron un palacio en su interior. A lo largo de los siglos, georgianos, persas y turcos han ocupado la fortaleza, adaptándola a sus necesidades. Cuando Georgia fue anexionada por la Rusia zarista, la fortaleza fue transformada en un almacén de pólvora.
Esta última transformación no fue una buena idea: en 1827 se produjo una gran explosión de pólvora que destruyó la mayor parte de la fortaleza, incluida la iglesia de San Nicolás, que fue reconstruida en la década de 1990.
Desde la fortaleza hay una vista espectacular de la ciudad vieja, el Puente de la Paz y el barranco de Metekhi. También se ven los tejados orientales de los Baños Reales.
Bajando la fortaleza, llegamos a los famosos Baños Orbeliani, cuyos azulejos azules recuerdan a Asia Central. La lástima fue que los baños se estaban renovando, por lo que no pudimos ni admirar su fachada ni utilizar sus servicios.
La iglesia más antigua de Tbilisi
Desde allí nos dirigimos hacia la parte moderna del centro de la ciudad, dando un pequeño rodeo por la bella calle peatonal Kote Afkhazi. En la Basílica de Anchiskhati vimos una boda georgiana… así que nos paramos a fisgonear un poco.
La basílica es un edificio de gran importancia, ya que se trata de la iglesia más antigua de Tbilisi, del s. VI. Sus rasgos son evidentemente más arcaicos que los de las construcciones de la Edad de Oro y recuerdan a la arquitectura del románico europeo. Los bloques de piedra son los originales, mientras que el ladrillo es fruto de la reconstrucción de la década de 1960.
La muralla de Tbilisi
Pasando la torre del reloj, llegamos a los limites de la ciudad antigua, donde algunas partes de la muralla sobreviven. Se construyeron durante el reino medieval de Georgia y tienen varias capas, que atestiguan reconstrucciones tras repeler a los invasores. En tiempos más modernos, se construyeron viviendas encima de las murallas, lo que ahora nos proporciona una vista pintoresca.
Rustaveli: el ensanche de Tbilisi
La muralla, ahora calle de Alexander Puskhin, baja hasta Tavisuplebis moedani (Plaza de la Libertad). En el centro de la plaza, donde hubo una estatua de Lenin, hay ahora una columna coronada por una estatua de San Jorge matando al dragón. Es el patrón de Georgia (de ahí su nombre internacional). En la plaza también se encuentra el neoclásico ayuntamiento de la ciudad y el banco central.
Desde allí, tomamos la Avenida de Rustaveli: la principal arteria del centro de Tbilisi, que recorre 1,5 km desde la Plaza de la Libertad a la de Rustaveli. La avenida se abrió en el s. XIX, siguiendo la típica planificación urbana racionalista del momento. Alberga algunos edificios importantes, como el Parlamento, el Museo Nacional de Georgia, la Ópera, el Museo de Arte Moderno o la Academia Georgiana de Ciencias.
Este fue el final de nuestra aventura caucásica. Una región interesantísima, de la que deberíamos conocer más. Un cruce de caminos cultural, tan parecido y tan diferente a Europa. Harían falta al menos 2 semanas para poder visitar todas las regiones de Georgia, ¡pero siempre tiene que haber alguna razón para volver!
En cualquier caso, pasar una semana en Armenia si vas a la región es una decisión de la que no te arrepentirás, ¡así que espera pronto nuestro viaje de una semana en Armenia!