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Uzbekistán en 2 semanas

Cuando le decíamos a la gente que íbamos a ir a Uzbekistán, había no pocos que ponían cara de incredulidad, que te preguntaban “pero ¿qué hay ahí?”, pensaban que éramos unos locos que queríamos ir a un sitio muy raro o el típico “qué chungo, un stan” (“stan” es un sufijo que significa tierra, como “landia”). Es cierto que al decir “Samarcanda”, ya les sonaba mucho más atractivo.

Para quitarte esos prejuicios y darte cuenta de la enorme importancia histórica y cultural de Asia Central, puedes leer El Corazón del Mundo (The Silk Roads) de Peter Frankopan.

¿Por qué viajar a Uzbekistán?

Si has llegado a esta página, probablemente te atraiga la idea de viajar Uzbekistán, y tengas una idea de lo que hay. La principal razón por la que la mayoría de la gente quiere viajar a Uzbekistán es para disfrutar de su impresionante arquitectura, sobre todo de la dinastía timúrida (Amir Timur, más conocido aquí como Tamerlán, y sus descendientes). Hoy en día, esto se promociona como la ruta de la seda.

Sobran las palabras, la gente viaja a Uzbekistán para ver lugares como este:

Samarcanda Registan, plaza principal monumental con madrasas antiguas decoradas con azulejos
Samarcanda, Registan

Además, en Tashkent, capital de Uzbekistán y mayor ciudad soviética de Asia Central, se puede descubrir el urbanismo soviético, incluyendo un metro monumental al estilo del de Moscú, y los nuevos monumentos y museos promovidos por el gobierno postsoviético, que te harán soltar alguna carcajada.

Otro buen motivo para visitar Uzbekistán es conocer a su gente. En Uzbekistán viven una pueblos túrquicos, como los uzbecos, karakalpaks y kirguisos, y también tayikos (que hablan una variante del persa), rusos e incluso otras poblaciones de origen europeo.

Esa diversidad étnica se nota rápidamente en la calle. También advertirás que la población es muy joven (el 30% tiene menos de 14 años).

Uzbekistán es un destino fundamentalmente cultural. Aunque hay naturaleza interesante, los senderistas, montañeros y buscadores de nómadas preferirán visitar Kirguistán o Tayikistán.

Desgraciadamente, Uzbekistán es una férrea dictadura que limita mucho la libertad de expresión y las manifestaciones culturales de su gente.

Los uzbecos son muy amables y hospitalarios, si saben inglés muchos se lanzarán a hablar contigo. Pero si buscas algo de fiesta o vida cultural, encontrarás muy poco (y lo poco que hay, está en Tashkent).

mujeres y niños musulmanes rezando en mezquita de Samarcanda, Uzbekistán
Uzbecos rezando en la mezquita Hazrati Xizr, Samarcanda

A diferencia de lo que puedas pensar, Uzbekistán es un país muy turístico. Mejor dicho, las ciudades antiguas de Samarcanda, Bujará y Jiva son increíblemente turísticas. Aunque hay turistas de todas partes, los rusos son mayoría. Desgraciadamente sus centros históricos son un parque temático más que una ciudad de verdad.

Esto ha sido en buena parte el resultado de la política turística del gobierno uzbeco, que, en su deseo de explotar su potencial turístico, “ha limpiado” los centros de las ciudades derribando muchos antiguos barrios de callejuelas para sustituirlos por enormes plazas y avenidas peatonales anodinas.

Uzbekistán está cambiando muy rápido. Cosas que cuentan viajeros que visitaron el país hace 4 o 5 años ya no son así (como que solo utilizan billetes pequeños y la poca variedad de la comida, aunque sigue sin ser gran cosa).

Un poco de historia de Uzbekistán y la ruta de la seda

Las tierras de lo que hoy es Uzbekistán han sido testigo del auge y caída de numerosas civilizaciones, de la llegada de invasores desde el Este y el Oeste. Aquí llegaron los macedonios comandados por Alejandro Magno. Algunos de sus generales se quedaron aquí, se casaron con mujeres locales y gobernaron estas tierras. Después, persas, chinos, turcos, mongoles y otros dejaron su impronta.

El concepto de “rutas de la seda” fue propuesto por el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen. Sí, en plural, porque no había una sola “ruta de la seda”, sino que se refería a un conjunto de rutas terrestres por las que mercaderes transportaban seda, especias y otros productos desde China hacia Anatolia y Europa. Muchas de estas rutas transcurrían por los fértiles ríos y oasis de la dura estepa de Asia Central.

Por estas rutas fluyó además un intenso intercambio cultural, religioso y científico, que hizo que las ciudades de Asia Central fueran de las más cosmopolitas del mundo, y grandes centros del conocimiento.

Ciudades como Bujará o Jiva eran importantes metrópolis mucho más grandes que cualquier ciudad europea durante el primer milenio. Grandes científicos y filósofos nacieron o vivieron en ellas, como Al-Khwarizmi (“el de Corasmia”, región donde se encuentra Jiva, inventor del algoritmo), Al-Biruni o Abu Ibn Sina (Avicena) en Bujará.

Restos de frescos antiguos de personas del s. VII en fortaleza real de Uzbekistán
Detalle del mural de los embajadores

En el s. XIV llegó el auge de Samarcanda, cuando Amir Timur (Tamerlán) decidió establecer en ella su corte y embellecer la ciudad. Timur fue un líder implacable, pero también un gran patrono de las artes y las ciencias, aunque en esto le superó su nieto Ulug Beg, gran estudioso de la astronomía y que construyó un gran observatorio en una colina de Samarcanda, cuyas mediciones fueron referencia en Europa hasta varios siglos después.

Amir Timur infligió varias derrotas a los otomanos, que ya amenazaban la Europa cristiana, despertando el respeto y admiración de los reinos europeos. Por ello, Ruy González de Clavijo, embajador de Castilla, viajó a Samarcanda buscando una alianza contra los otomanos. Escribió “Vidas y hazañas del Gran Tamorlán”, uno de los grandes libros de viajes de la Edad Media.

A partir del s. XVI, la apertura de las rutas marítimas por los portugueses, y después por otras potencias europeas, provocó el lento declive de las rutas de la seda y de sus grandes ciudades, aunque siguieron siendo centros importantes. Jiva y Bujará se convirtieron en janatos (después emiratos) independientes, desde el s. XIX vasallos de Rusia.

Impresionante mosaico del s. XV de la ruta de la seda con tigre y dios mongol Tängri, Samarcanda, Uzbekistán
Mosaico principal de la Madrasa Sher-Dor, Samarcanda

La llegada del ferrocarril transcaucásico en la década de 1880, hizo que viajeros intrépidos se acercaran a lo que hoy es Uzbekistán, y todavía pudieron ver la cultura de la zona con pocas influencias rusas y occidentales.

En la década de 1920, Asia Central fue integrada en la Unión Soviética, aunque no de forma sencilla. Entonces se delimitaron las fronteras actuales, todavía objeto de controversias y luchas armadas entre Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán. Las fronteras se fueron definiendo de forma desordenada, razón por la cual hoy en día hay muchos enclaves, sobre todo dentro de Kirguistán.

Comenzó, además, una intensa industrialización y modernización de estas repúblicas, que siempre fueron de las más pobres de la URSS. En Uzbekistán, el principal motor de la economía fue el cultivo de algodón, para el que se desarrollaron regadíos que acabaron desecando el Mar de Aral. El nuevo gobierno del Uzbekistán independiente no se preocupó por frenar este desastre ecológico, sino que siguió potenciando el algodón y llevando el Aral al colapso total.

 

Palacio de la Amistad de las Naciones en Tashkent, Uzbekistán. Arquitectura y parque de la época soviética al atardecer
Palacio de la Amistad de las Naciones en Tashkent

Uzbekistán se convirtió en Estado independiente en 1991, siendo Islom Karimov su primer presidente (ya era el presidente de la República Socialista Soviética de Uzbekistán). Se mantuvo en el cargo hasta su muerte 2016 y todavía parece haber un importante culto a su persona. Le sucedió Shavkat Mirziyoyev, el actual presidente.

Con el nuevo presidente, Uzbekistán está mejorando las relaciones con sus vecinos, con los que persisten conflictos fronterizos y de minorías étnicas, e iniciando una apertura al exterior (por ejemplo, liberalizando el régimen de visados y atrayendo a cada vez más turistas), pero sigue siendo una férrea dictadura, con muchos límites a la libertad de expresión y las manifestaciones culturales.

También está promoviendo un islam estatal moderado, siguiendo el conservadurismo de gran parte de la sociedad, para tratar de debilitar los grupos islamistas, incluso terroristas, que se llegaron a hacer fuertes en el valle de Ferganá.

Cuadro futurista de Islom Karimov, primer presidente del Uzbekistán independiente, futurismo realismo, culto a la persona
Cuadro dedicado al primer presidente Islom Karimov en su museo "Complejo memorial para la Ciencia y la Ilustración"

Información práctica

Cómo llegar a Uzbekistán

Los aeropuertos más importantes de Uzbekistán son los de Tashkent, Samarcanda y Bujará. La forma más sencilla de llegar desde Europa a Uzbekistán es con Turkish Airlines, vía Estambul. Nosotros volamos a Samarcanda y volvimos por Tashkent, y planteamos el viaje en ese orden, para no tener que viajar a otra ciudad para tomar el avión de vuelta. Organiza tu viaje con tiempo porque los vuelos pueden llegar a costar 1000 € o más.

Pegasus Airlines vuela desde Estambul a Osh, en Kirguistán, a menos de 10 km de la frontera con Uzbekistán (en el valle de Ferganá). Esta opción puede ser más barata, pero menos cómoda y, sobre todo, mucho más arriesgada. Aunque últimamente las fronteras están tranquilas, puede haber un conflicto local que haga cerrar las fronteras. Los policías a veces piden sobornos y tendrás que llegar a tu destino final, por lo que muchas veces el ahorro en el vuelo no compensa.

Si estás planeando un viaje largo por varios países de Asia Central, la fuente más completa sobre el estado de las carreteras y los cruces de fronteras es Caravanistan.

Cómo desplazarse por Uzbekistán

La forma más cómoda y sencilla de desplazarse por Uzbekistán es el tren. Hay tren de alta velocidad (Afrosiyob) en la línea Tashkent – Samarcanda – Bujará, y pronto llegará a Jiva. Tiene ramales y paradas en otras ciudades como Qarshi o Jizzax. Los trenes son de Talgo, así que a los españoles que hayan viajado en AVE les sonará mucho el interior.

El tren convencional es mucho mejor de lo que imaginábamos, al menos el que tomamos de Bujará a Jiva. No era muy antiguo y no era de pasillo lateral. No puedes bajarte a comprar cosas en paradas intermedias, pero te ofrecen té, bebidas y comida en el camino.

Puedes comprar los billetes fácilmente en la web oficial de la empresa nacional de ferrocarriles: https://railway.uz/en/ (tiene versión en inglés) y descargarte los billetes para llevarlos impresos. No es necesario recurrir a agencias de viajes ni otros intermediarios, que te cobrarán más.

El precio de los billetes es bastante económico, entre 6 y 12 € para la mayoría de los trayectos, dependiendo de la fecha (tanto en alta velocidad como en tren convencional). Normalmente por 2 o 3 € más puedes viajar en clase preferente (en el tren convencional, es mucho más cómodo, porque hay mucho espacio y mesas para 4).

Para trayectos largos el avión puede ser la mejor opción. Por ejemplo, nosotros lo tomamos de Urgench, cerca de Jiva, a Tashkent: un vuelo de poco más de 1 hora por 50 € (el tren costaba unos 35 € y tardaba 16 horas). Puedes comprar los billetes fácilmente en la página de Uzbekistan Airways (aunque es un poco desesperante, funciona).

Presupuesto para viajar en Uzbekistán

Uzbekistán es un país relativamente barato para viajar, una vez has pagado el vuelo para llegar.

La moneda local es el so’m (UZS). El tipo de cambio actual está en torno a 1 € = 12.000 som. En los últimos años ha habido una importante inflación (al menos un 10% anual, con un máximo del 20%) y una depreciación del som con respecto al euro. Por eso, daremos muchos precios en euros, pues varían menos que en som.

El precio del alojamiento depende de la calidad del mismo y de la época del año a la que vayas. En temporada media (primavera y otoño), una habitación con desayuno en una pensión u hotel pequeño en zona céntrica ronda los 30 €. Samarcanda tiene los alojamientos más caros, mientras que en Tashkent son más baratos.

La comida es bastante barata (sopas y platos principales 2-4 €, algo más para carnes). Las bebidas alcohólicas tienen precios similares a los de España (2-3 € por medio litro de cerveza), pero el , bebida con la que suelen comer, es muy barato (unos 0,50 €).

Las entradas a los monumentos han subido en los últimos años, y el precio para extranjeros es 10 veces mayor que para uzbecos. Los precios suelen estar entre 20.000 y 30.000 soms (algo menos de 2-3 €).

El transporte es relativamente barato. Los taxis dentro de las ciudades no deberían costarte mucho más de 3 €, pero debes regatear un poco, pues a veces te la intentan clavar (sobre todo en aeropuertos y estaciones). Si un local, por ejemplo de tu hotel, negocia por ti, mejor, pues tú nunca conseguirás el mismo precio. En Tashkent, lo mejor es moverse en metro o autobús. Un billete sencillo cuesta 1.400 som (0,11 €).

En fin, un viaje estándar te puede costar unos 50 € por persona y día, más los vuelos para llegar.

¿Es seguro viajar a Uzbekistán?

Uzbekistán es uno de los países más seguros para viajar. Los uzbecos son hospitalarios y quieren dar una buena imagen de su país. Es habitual que empiecen a hablarte, si saben inglés.

Además, Uzbekistán es una dictadura y el crecimiento del turismo internacional es uno de los grandes objetivos del gobierno. Por ello, hay una policía turística, que parece que controlan que los locales no les hagan nada malo a los turistas, ni que les lleven la contraria hablando de fútbol, como nos pasó en el metro de Tashkent.

Lo peor que te puede pasar en Uzbekistán es que un taxista o un vendedor callejero o de un bazar te time, lo cual es probable que te suceda alguna vez.

Contratar un seguro médico para viajar a Uzbekistán

Cuando viajes a Uzbekistán es fundamental contratar un seguro médico. No te lo van a pedir en la frontera, y probablemente no lo utilices, pero si te hace falta, te alegrarás de haberlo hecho.

Como la mayoría de los viajeros, recomendamos los seguros de IATI. Incluyen además compensaciones por retrasos de vuelos, pérdidas o retrasos de equipaje y otros contratiempos, y cobertura COVID-19. Para este viaje contratamos IATI Básico.

Si utilizas nuestro enlace para contratar tu seguro IATI te beneficiarás de un descuento exclusivo del 5% y nos apoyarás para seguir escribiendo sobre nuestros viajes.

¿Necesito visado para viajar a Uzbekistán?

Uzbekistán ha liberalizado los visados de turista recientemente, y ahora nacionales de decenas de países, incluyendo los ciudadanos de la Unión Europea, pueden visitar Uzbekistán durante 30 días sin necesidad de visado. Además, se expiden visados electrónicos para los que sí los necesitan.

Consulta si necesitas visado y el procedimiento para obtenerlo en: https://e-visa.gov.uz/main

Viaje de 2 semanas en Uzbekistán

Samarcanda

Llegamos al aeropuerto de Samarcanda de madrugada, vía Estambul. También puedes llegar a Samarcanda en tren de alta velocidad desde Tashkent o Bujará (1h30).

Pasamos 4 días en Samarcanda, aunque uno de ellos lo empleamos en una excursión a Shahrisabz. Recomendamos al menos 2 días completos en Samarcanda, y un día más si planeas visitar Shahrisabz.

Si tienes muy poco tiempo, los cuatro lugares más importantes son: el Registan, el Shah-i-Zinda, la Mezquita de Bibi Khanum y el Mausoleo de Amir Timur. Pero también recomendamos un paseo por las callejuelas que quedan del centro histórico de Samarcanda y por la ciudad europea, ensanche planificado por los rusos en el s. XIX.

Mezquita de Bibi Khanum, arquitectura islámica de la ruta de la seda, Asia Central, época timúrida con cúpulas turquesas, al atardecer
Mezquita de Bibi Khanum

En el primer día, además de ubicarnos y comprar tarjetas SIM locales, visitamos la Mezquita de Bibi Khanum, el Registan y el Mausoleo de Amir Timur.

La Mezquita de Bibi Khanum es una de las postales más reconocibles de Samarcanda, con sus enormes puertas y brillantes cúpulas. El exterior ha sido bastante reconstruido y en los espacios interiores apenas queda decoración, pero merece la pena visitarla. Lo que te puedes ahorrar es la entrada al Mausoleo de Bibi Khanum, enfrente.

El Registan es probablemente el espacio más célebre de Samarcanda. Por eso, es muy probable que veas fotos de bodas locales (en Uzbekistán hay mucha población joven y muchas bodas).

El Registan es la plaza mayor de la ciudad antigua, donde tenían lugar gran parte de la vida pública. Está cerrada por tres lados por tres impresionantes madrasas, de los siglos XIV-XVII. Después de admirar el Registan desde la plataforma elevada (mejor al atardecer), visitamos las madrasas.

Por fuera, la Madrasa Sher-Dor es probablemente la más sorprendente, por su mosaico, pero la Madrasa Tilya-Kori tiene el interior más alucinante, con una gran cúpula dorada con azulejos azules.

Continuando hacia el Oeste del Registan, hay algunos mausoleos. El más interesante es el mausoleo de Amir Timur, que tiene una impresionante sala con paredes y cúpula dorada donde está enterrado el fundador de la dinastía timúrida y su familia.

Madrasa Sher-Dor en el Registan de Samarcanda al atardecer. Madrasa histórica de época de Amir Timur decorada con mosaicos y azulejos y cúpula de color verde
Madrasa Sher-Dor en el Registan

En el segundo día, comenzamos visitando el complejo de la Mezquita Hazrati Xizr, que incluye el mausoleo de Islom Karimov, el primer presidente de Uzbekistán (nacido en Samarcanda), y continuamos con el museo de la zona arqueológica de Afrosiyob (una fortaleza que se alzaba sobre Samarcanda) y el Observatorio de Ulug Beg, el rey astrónomo, nieto de Amir Timur.

Después de comer plov, el plato nacional, fuimos a uno de los lugares más alucinantes de Uzbekistán: el Shah-i-Zinda, la necrópolis de la dinastía timúrida.

Los mausoleos de los reyes y príncipes timúridas se suceden en una avenida que se yergue sobre una colina, todos decorados con azulejos de brillantes colores y elaborados motivos.

Algunos tienen una impresionante decoración interior, aunque desafortunadamente hubo un apagón en la ciudad (es bastante frecuente) y no había iluminación.

Acabamos el día en el mercado central de Samarcanda, muy cerca de Bibi Khanum, comprando frutos secos y tomando un reconfortante zumo de granada.

azulejos de color azul y turquesa con intrincados motivos, fayenza, en Shah-i-Zinda, mausoleo de la dinastía timúrida en Samarcanda, Uzbekistán.
Shah-i-Zinda: detalle de la decoración
Shah-i-Zinda, mausoleo de la dinastía timúrida en Samarcanda, Uzbekistán. Grandes tumbas decoradas con azulejos de colores y motivos intrincados
Shah-i-Zinda

En nuestro tercer día en Uzbekistán visitamos Shahrisabz y pasamos el último día en Samarcanda paseando por el barrio de callejuelas que hay enfrente de la Mezquita de Bibi Khanum y después por el Bulevar, las avenidas de la ciudad europea y el parque Alisher Navoi. Volvimos por la zona administrativa, con varios edificios gubernamentales de estilo soviético.

Visitar estas zonas ayuda a ver el alma de Samarcanda, conocer los lugares donde vive la gente, pues los grandes monumentos históricos están unidos por avenidas amplias, pero artificiales, sin vida. Además, disfrutamos de una buena comida en el restaurante Old City, en la ciudad europea.

¡Te invitamos a leer nuestra guía de Samarcanda, con todos los sitios de interés y consejos para aprovechar al máximo tu visita de la ciudad!

Shahrisabz

Taxi desde Samarcanda: 380.000 soms (unos 32 €) para 3 personas, con parada para comer en el camino de vuelta. Regatea, pero no pretendas que te ofrezcan el precio local, porque ni eres uzbeco ni hablas uzbeco.

Shahrisabz se encuentra a 85 km de Samarcanda, en la provincia de Qashqa Darya. Para llegar a Shahrisabz, hay que atravesar un espectacular puerto de montaña, por lo que se tarda 1h30 en coche.

El tren desde Samarcanda da un amplio rodeo para llegar a Shahrisabz, parando antes en Qarshi: tarda casi 3 horas y apenas hay horarios por lo que la mejor opción es tomar un taxi. Los taxis desde Samarcanda a Shahrisabz esperan enfrente del Registan, en una calle paralela a la avenida principal.

Una de las mejores cosas de esta excursión es el paisaje durante el viaje… desgraciadamente, nos tocó uno de los dos únicos días con lluvia de todo el viaje… ¡y más que lluvia fue diluvio!

Entrada monumental al Ok Saroy, Palacio real de Amir Timur en Shahrisabz, Uzbekistán. Ruinas monumentales con decoración de azulejos de colores y motivos intrincados.
Entrada monumental al Ok Saroy

Shahrisabz es la ciudad natal de Amir Timur. Aunque estableció su corte en Samarcanda, Timur favoreció a su patria chica, y construyó en ella un espléndido palacio, del que, desgraciadamente, solo queda una monumental puerta de entrada (sin restaurar) y algunas ruinas. Timur quiso ser enterrado en Shahrisabz, pero su familia decidió construir el impresionante mausoleo de Samarcanda para él.

Puedes visitar el centro monumental de Shahrisabz en 1 hora o poco más. En una muestra de la política turística del gobierno de Uzbekistán, hace pocos años se demolió el barrio de callejuelas que ocupaba el centro de la ciudad, considerándolo indigno para los turistas, para sustituirlo por un enorme espacio entre plaza y parque que une todos los monumentos históricos. Las callejuelas que comienzan a los lados de la plaza están escondidas por amplias avenidas.

Centro histórico de Shahrisabz, Uzbekistán. Patrimonio Mundial UNESCO 885. Complejo Dor at-Tilyavat, que incluye dos mausoleos bajo cúpulas gemelas y la Mezquita Ko'k Gumbaz
Complejo Dor at-Tilyavat, con la Mezquita Ko'k Gumbaz

Este parque es muy limpio y ordenado, pero es uno de los espacios más anodinos que puedes imaginar. A los lados hay hoteles, restaurantes y tiendas, algunas todavía por terminar, todas muy parecidas, todo bastante distópico. Lo bueno de Shahrisabz es que sus edificios históricos apenas han sido reconstruidos, a diferencia de los de Samarcanda.

Después de entrar por la puerta del Palacio Ok Saroy (también escrito Ak Saray) verás una estatua de Amir Timur: no es nada especial, pero a los uzbecos les encanta sacarse fotos con ella. Los otros dos sitios de mayor interés son el Complejo Dor at-Tilyavat, que incluye la Mezquita Ko’k Gumbaz y el Complejo Dorus Saodat, construido por Amir Timur como mausoleo para Jehangir, su hijo favorito que murió a los 20 años, y que incluye también una mezquita del s.XIX, aún activa.

Volviendo a Samarcanda, le pedimos a nuestro taxista que nos llevara a comer a algún sitio. En el puerto de montaña hay un restaurante con varios hornos tandir donde cocinan cordero. Lo reconocerás porque es el único lleno de coches. Estaba realmente delicioso y tienen reservados calentitos con mesas bajas.

Si quieres saber más sobre Shahrisabz, visita nuestro artículo Shahrisabz, la ciudad natal de Tamerlán

Bujará

Tren de alta velocidad desde Samarcanda: 1h34′, entre 7 y 10 €.

Bujará no tiene edificios tan impresionante scomo el Registan o el Shah-i-Zinda de Samarcanda, pero, a cambio, tiene un centro histórico mucho más reconocible y coherente, con numerosas madrasas, mezquitas, caranvasares… en fin, es más fácil imaginarse la ciudad en su apogeo cultural y comercial.

Probablemente por ello, parece que hay incluso más turistas en Bujará, o, al menos, pasan más tiempo en la ciudad.

Pasamos dos días completos en Bujará, y no recomendamos ni más ni menos tiempo para visitar esta ciudad. En un día podrías visitar lo esencial del centro histórico y la fortaleza (Ark), pero merece la pena perderse un poco por sus calles y, sobre todo, visitar otros lugares de la ciudad.

Murallas de la fortaleza de Bujará, Uzbekistán (Ark). Muralla antigua de piedra de la ruta de la seda.
Murallas de la fortaleza de Bujará (Ark)

Comenzamos nuestra estancia en Bujará visitando la fortaleza (Ark). Es grande y sus murallas son imponentes, pero la visita por dentro es bastante corta, aunque merece la pena.

Antes de volver al centro, es mejor continuar al Oeste, para visitar la Mezquita Bolohovuz (impresiona a la hora del rezo, con la explanada llena de fieles) y después, en el parque Samonids, el Mausoleo de Ismoil Somoniy, del s. X, uno de los edificios más antiguos de Bujará (y de un estilo muy diferente al resto).

En este parque se encuentra, además, el Mausoleo Chashma Ayub (“Pozo de Job”), con un museo de historia de la gestión del agua en Uzbekistán, y un par de madrasas.

Tras pasar por el Zindan (prisión de la fortaleza) y comer, volvimos al centro de la ciudad.

Su espacio más impresionante es el Poi Kalon, una plaza en la que se encuentran la Madrasa Mir Arab (única madrasa histórica activa, por lo que no se puede visitar), la Mezquita Kalon, una de las más grandes de Asia Central, del s. XVI, la Khanaka Amir Alimkhan y el Minarete Kalon, de 45,6 metros de altura.

¡Hasta finales del s. XIX se practicaban ejecuciones tirando al condenado desde lo alto este minarete!

Gran mezquita antigua y minarete histórico de la ruta de la seda en Bujará, Uzbekistán. Decorados con motivos geométricos y azulejos de colores.
Poi Kalon: Mezquita y minarete al atardecer

El atardecer es un gran momento para admirar el Poi Kalon, pero también la cercana plaza en la que se encuentran las madrasas de Ulug Beg y de Abdulaziz Khan, sobre todo por la evocadora vista del Toqi Zargaron, uno de los tres mercados cubiertos por cúpulas del centro histórico de Bujará, estratégicamente situado en el cruce de sus dos calles principales. La luz crepuscular ilumina los coloridos azulejos de los edificios de Uzbekistán de forma mágica.

Al Sur del centro se encuentran las ruinas de unos baños y del caranvasar y, al lado, la Mezquita Magok-i-Attari, la más antigua de Bujará (quizás del s. IX-X), con una preciosa decoración geométrica. A su derecha, se abre la plaza Lyabi Hauz, la más animada del centro de Bujará, organizada alrededor de un depósito de agua (hauz). En esta hay varias madrasas, un tekke (templo sufí) y antiguos caranvasares que se utilizan ahora como tiendas o restaurantes.

Precioso mosaico de fayenza, cristales de colores, pájaros y sol sobre fondo azul de la Madrasa Nodir Devonbegi, en la ruta de la seda, Bujará, Uzbekistán
Detalle de la portada de la Madrasa Nodir Devonbegi en la plaza Lyabi Hauz

En nuestro segundo día, además de completar la visita del centro de Bujará visitamos tres sitios muy interesantes. Comenzamos por la mezquita Chor Minor, del s. XIX e inspirada en la arquitectura del Norte de la India. Está a menos de 10 minutos de la plaza Lyabi Hauz.

Muchos turistas se quedan en el centro de Bujará, en sus tiendas y mercados, y se pierden una verdadera joya, como es la Casa de Fayzulla Khodjaev. Se trata de una casa nobiliaria típica del s. XIX, con una rica decoración de madera y estuco pintado en los interiores.

Después de comer plov al estilo de Bujará (se cocinan las carnes en ollas separadas, probablemente por la influencia de los muchos judíos que habitaban esta ciudad) en un sitio totalmente local que nos recomendó un autóctono, tomamos un taxi para visitar el Sitorai-Mokhi-Khosa, el palacio de verano del último emir de Bujará, a unos 8 km del centro.

Antigua casa uzbeca, estilo túrquico con influencia rusa en Bujará, Uzbekistán
Casa de Fayzulla Khodjaev

Jiva

Tren convencional Bujará – Jiva (6h-6h30′, 6-10 €). Normalmente, hay un tren a las 4 de la mañana y otro a las 12:20. Atravesarás las estribaciones del desierto de Kyzylkum, una gran estepa prácticamente deshabitada, con algunos campos de algodón.

Vista del centro histórico de la Jiva, ciudad de la ruta de la seda, en Uzbekistán, al amanecer.

Jiva es una ciudad-museo, bromeábamos que es la Carcassonne de Uzbekistán, porque su centro histórico amurallado está tan hecho para los turistas que prácticamente ya no vive nadie más, ya que realojaron a sus habitantes en barrios nuevos a las afueras, y te cobran entrada por entrar (incluye la visita a casi todos sus monumentos, aunque no al probablemente más impresionante).

Jiva es una ciudad realmente hermosa, que conserva un conjunto histórico excepcional, aunque no tan antiguo como el de Bujará o Samarcanda, ya que la gran mayoría de los edificios son del s. XIX, última época de esplendor del janato de Jiva. Cuando se marchan los grupos de turistas, realmente parece que estás en otra época.

Recomendamos dos días completos en Jiva, aunque puedes ver toda la ciudad en un día y medio sin prisas (y más en verano) y aprovechar la última tarde para hacer una excursión a las fortalezas de Corasmia (Qalas de Khorezm), que nosotros hicimos al tercer día de llegar a Jiva.

Minarete decorado con azulejos de colores vivos, turquesa y naranja, en ciudad de la ruta de la seda, Jiva, Uzbekistán
Kalta Minor, minarete inacabado

Casi todos los sitios de interés en Jiva se encuentran dentro del primitivo núcleo amurallado, Ichon Qala. La muralla que hoy vemos data fundamentalmente del s. XVII. Es realmente impresionante y, como curiosidad, en algunas zonas de la parte interna puedes ver tumbas construidas sobre la muralla.

El crecimiento de la ciudad dio lugar a la construcción de la muralla exterior (Dishon Qala). De esta, apenas quedan dos puertas y unas pequeñas secciones de muralla, de las cuales la más interesante es la puerta norte, de doble sentido.

La entrada a Ichon Qala cuesta 120.000 som. Si te alojas dentro, no tienes por qué pagarla para entrar al recinto amurallado, pero sí para visitar sus monumentos, así que tendrás que pagar igual.

Entre estos monumentos, los que más merecen la pena visitar en Jiva son el castillo (Kunya Ark), la mística Mezquita del Viernes (Juma Masjidi), del s. XI, toda de pilares tallados de madera, y el Palacio Real (este tiene dos partes a las que se accede por dos puertas distintas). También puedes subir al minarete Islom Xoja, el más alto de Jiva. También puedes entrar a varias madrasas repartidas por la ciudad, que contienen museos y exposiciones.

Mezquita antigua del s. XI construida con columnas talladas de madera en ciudad de la ruta de la seda, Jiva, Uzbekistán, Asia Central
Mezquita del viernes (Jo'me Masjidi)

Además, no te puedes perder el Mausoleo de Pahlavan Mahmud, que no está incluido con la entrada a Ichon Qala (cuesta 25.000 som), pero es uno de los edificios más impresionantes de Jiva. Bajo la cúpula verde que se ve en cualquier panorámica de la ciudad, hay unas salas totalmente cubiertas de preciosos azulejos.

Fuera de la primera muralla, en Dishan Qala, hay varias madrasas y mezquitas, pero lo más interesante (y diferente) es el palacio Nurullaboy, construido a principios del s. XX, cuando el otrora poderoso janato de Jiva era ya un protectorado ruso.

El palacio combina la tradición arquitectónica local (sobre todo en las columnas talladas de madera) con las tendencias que estaban en boga en San Petersburgo, especialmente el orientalismo ruso.

Mausoleo sufí islámico totalmente decorado con azulejos azules con motivos geométricos en ciudad de la ruta de la seda, Jiva, Uzbekistán, Asia Central
Tumba de Pahlavan Mahmud

Fortalezas de Jwarezm (Elliq Qala)

Excursión de medio día o un día desde Jiva (unos 50 € por un coche con conductor).

En la república autónoma de Karakalpakstan, al otro lado del Amu Daria, hay unas decenas de fortalezas (algunas con 2000 años de antigüedad) que se construyeron para defender Jiva de los nómadas del desierto de Kyzylkum.

Esta es la excursión más típica desde Jiva (ya que cruzar a Turkmenistán de momento es imposible, a no ser que vayas con una agencia de viajes). En medio día puedes visitar desde Jiva las tres fortalezas en mejor estado de conservación: Kyzyl Qala, Topraq Qala y Ayoz Qala (este es un conjunto de 3 fortalezas) y parar en el Lago Akhchakol.

Merece mucho la pena quedarse a ver la puesta de sol en el desierto antes de proseguir tu viaje. También puedes pasar la noche en una yurta (típica tienda nómada), como hicimos nosotros. El problema de esto es que en otoño o invierno hace mucho frío fuera y después de cenar no puedes hacer nada más que irte a dormir.

Kyzylkala, una de las antiguas fortalezas de khorezm (Corasmia), demás de 1500 años de antigüedad, en la estepa de Asia Central, desierte Kyzylkum.
Kyzylkala

Si tienes tiempo, desde aquí puedes continuar a Nukus, la capital de Karakalpakstan y donde se encuentra el museo Igor Savitsky, de obras de arte prohibidas durante la URSS que salvó este filántropo, y a Moynaq, el ex puerto del Mar de Aral, si te va el turismo de desastres naturales (pero no te quedes mucho y lleva mascarilla FFP2 o 3, para protegerte de la contaminación).

Tashkent

Avión Urgench – Tashkent (1h15′, 40-50 €). El aeropuerto de Urgench es el más cercano a Jiva. Urgench es la ciudad más grande de la zona, pero es una ciudad nueva fundada en la época soviética (tomando el nombre de la antigua Urgench, en el actual Turkmenistán) y no tiene mayor interés.

Otra opción es el tren convencional Jiva – Tashkent, que tarda 16 horas (o Jiva – Bujará en tren convencional y Bujará – Tashkent en alta velocidad, unas 11 horas en total).

Plaza de Amir Timur en Tashkent, Uzbekistán, al atardecer. Arquitectura soviética del Hotel Uzbekistan y estatua de Amir Timur, héroe nacional.
Estatua de Amir Timur y Hotel Uzbekistan

Tashkent es la capital de Uzbekistán y la ciudad más poblada de la Asia Central ex soviética (3 millones de habitantes, y unos cuantos más en su área metropolitana). Tashkent fue una de las ciudades más importantes de la ruta de la seda, pero en un terremoto en 1966 destruyó más del 70% de la ciudad.

Después del terremoto, los arquitectos soviéticos reconstruyeron la ciudad siguiendo los principios urbanísticos del momento, con amplísimas avenidas, grandes plazas y parques y nuevos momentos a la altura de la capital de una república soviética. Aún hoy, cuando llegas a Tashkent después de haber visitado otras ciudades uzbecas, parece que estás en otro país.

Por eso, hoy en día, Tashkent es una ciudad con “dos centros“: el centro antiguo, alrededor de Chorsu (el bazar principal) y el centro moderno, alrededor de la Plaza Amir Timur. Parecen dos ciudades diferentes y merece la pena conocer las dos.

Pasamos dos días y medio en Tashkent, y no recomendamos menos. Muchas excursiones organizadas pasan de largo por la capital y consideramos que es un error.

Además de su arquitectura y sus museos, también interesantes, lo mejor de Tashkent es que es poco turístico, es decir, allí puedes conocer al verdadero Uzbekistán tan difícil de ver en Samarcanda o Bujará, y no digamos en Jiva.

Tashkent también es una ciudad más abierta y la única donde se advierte una cierta escena cultural y fiesta nocturna, aunque muy tímida si consideramos que es una ciudad grande con mucha población joven.

Arquitectura soviética de los años 70 en Tashkent, capital de Uzbekistán. Museo Nacional, originalmente Museo de Lenin
Museo Nacional de Uzbekistán (antes Museo V.I. Lenin)

Comenzamos nuestra visita a Tashkent por el centro nuevo: la Plaza de Amir Timur, con el Hotel Uzbekistan, edificio emblemático de la época soviética, y dos museos que son especialmente interesantes para entender la imagen que el gobierno uzbeco trata de proyectar a sus ciudadanos: el Museo de la Dinastía Timúrida y el Museo Nacional.

En la misma Plaza de Amir Timur está el Museo de la Dinastía Timúrida, un edificio realmente kitsch (las columnas de dentro son de plástico) donde se exponen piezas de Amir Timur y sus descendientes (muchas copias, pues las originales están en el Hermitage y en museos europeos) y maquetas de los edificios emblemáticos de aquella época.

El Museo Nacional, construido originalmente como Museo de Lenin en un edificio muy interesante, contiene una parte de arqueología bastante interesante y una segunda planta realmente sorprende: es un museo de Uzbekistán hoy, básicamente propaganda para educar a los ciudadanos del futuro.

Después de comer en el centro de plov de Asia Central, un enorme restaurante de plov, donde puedes ver cómo lo cocinan (y está buenísimo), al Norte de Tashkent, visitamos la Casa Blanca, el despacho del primer presidente Islom Karimov, que lo han convertido en museo y tiene una delirante colección de retratos del presidente, que van desde el realismo socialista hasta el futurismo.

Terminamos paseando por un centro comercial que imita la arquitectura de las grandes capitales europeas y el Parque Alisher Navoi (poeta del s. XIV, que escribió en lengua túrquica y no en persa, como era habitual, por ello considerado el poeta nacional de Uzbekistán) y el Palacio de la Amistad de las Naciones.

Calle antigua en el centro histórico de Tashkent, Uzbekistán y Centro para la Civilización Islámica, en construcción al fondo.
Calle Zarkaynar y Centro para la Civilización Islámica al fondo

Durante nuestro segundo día completo en Tashkent, y último del viaje a Uzbekistán, visitamos el centro antiguo. Esta es una zona de callejuelas de trazado irregular, muy diferente al resto de la ciudad. Hay algunas mezquitas antiguas, incluyendo un conjunto monumental bastante notable: Hazrati Imam, con mezquita, madrasa y una biblioteca donde se expone uno de los Coranes más antiguos del mundo (atribuido al tercer califa Uthman, pero probablemente del s. VIII-IX).

Entre este complejo y las callejuelas del centro se está construyendo el enorme Centro de la Civilización Islámica, un proyecto mastodóntico con una arquitectura que imita a la de la época timúrida.

Después, fuimos a Chorsu, el gran bazar cubierto de Tashkent, aunque hay ya más tiendas fuera que dentro de la gran cúpula. Impresiona la cantidad de puestos y tiendas y de gente que va a comprar allí. Aprovechamos para comprar pistachos, pasas (muy recomendables) y especias como el comino de Samarcanda, que tiene un aroma que no puedes encontrar en Europa.

Muy cerca de Chorsu, se encuentra la Madrasa Ko’kaldosh, del s. XVI, la más importante de Tashkent.

Dentro del bazar principal de Tashkent (Chorsu), gran cúpula de mercado de alimentación
Dentro del edificio principal de Chorsu

Una de las mayores atracciones de Tashkent es su metro. Inaugurado en 1977, el metro de Tashkent fue el primero de Asia Central y el séptimo en construirse en la URSS (una ciudad debía alcanzar el millón de habitantes para ser merecedora de tener metro).

El metro de Tashkent tiene estaciones monumentales, decoradas temáticamente, al estilo del metro de Moscú. Incluso en la época post-soviética se han construido estaciones muy bonitas. El metro es además un sistema de transporte fiable y muy rápido, aunque las estaciones están muy lejos unas de otras, y muy barato (1400 som, unos 0,11 €).

Exploramos el metro mientras nos movimos por la ciudad, y después fuimos a ver algunas estaciones especialmente bonitas.

Te lo contamos en nuestro artículo 12 estaciones del Metro de Tashkent que no te puedes perder.

Visita también nuestra guía de Tashkent en dos días, con todos los sitios de interés, dónde comer y recomendaciones para aprovechar tu estancia al máximo.

Estación de metro monumental en Tashkent, Uzbekistán, Mustakillik Maydoni, con columnas y lámparas elegantes.
Metro de Tashkent: estación Mustakillik Maydoni

Qué comer en Uzbekistán

Sinceramente, la comida uzbeca no es lo mejor del viaje, pero no está tan mal como la pintan. Lo peor es la falta de variedad: si no te importa comer brochetas de carne, sopa o arroz todos los días, lo pasarás bien. Si eres vegetariano lo pasarás muy mal. Pero aunque te pueda aburrir, hay platos muy buenos que disfrutarás.

Aunque esto está cambiando, en Uzbekistán todavía no hay una cultura desarrollada de salir a comer fuera excepto en ocasiones especiales: por eso los salones de bodas son una opción para comer o cenar y no hay muchos restaurantes fuera de las zonas turísticas (excepto los centros de plov, siempre llenos de locales).

En las ciudades más turísticas abundan los restaurantes para turistas, demasiadas veces de calidad mediocre y precio inflado aunque con una bonita decoración.

En la mayoría de los restaurantes se sirve alcohol, especialmente en las ciudades turísticas (en Tashkent menos). Los precios de las bebidas alcohólicas son como en España. Una cerveza de medio litro cuesta lo mismo que una buena sopa (25.000-30.000 som, unos 3 €).

Ahora te contamos los platos más representativos de la cocina uzbeca, que no puedes dejar de probar:

Plov (u osh): se considera el plato nacional de Uzbekistán. Es un plato de arroz (“plov” es una variante de la palabra “pilaf”) que se cocina en grasa de cordero en enormes sartenes cónicas llamadas kazan. Se acompaña de verduras, garbanzos, uvas pasas y carne de cordero, y es habitual añadir huevos de codorniz y qazi (embutido ahumado de costilla de caballo), al gusto del consumidor.

Hay tres grandes variantes regionales de plov: Samarcanda, Bujará y Tashkent. En Bujará el plov se cocina en tres ollas separadas y los ingredientes se mezclan al final.

El plov está muy bueno, fue nuestro plato favorito, aunque puede resultar un poco pesado. Solo lo comimos en los centros de plov (osh markazi), lugares en los que únicamente se cocina plov y solo abren para comer, aunque suele estar disponible en restaurantes normales. El precio de un plato suele ser entre 3,5 y 4 €.

Gran plato de plov en Samarcanda, plato nacional de Uzbekistán, con té verde, ensaladas y pan
Plov en Samarcanda

Lagman: es una sopa de tallarines con carne y otros ingredientes. Las pastas suelen ser caseras y los caldos y sopas en Uzbekistán están muy buenos. También se sirve el lagman uigur, sin caldo (tallarines salteados).

Otras sopas típicas son mastava (con pasta en pequeños trozos), la sopa de pollo y la kuza shurpa: una especie de cocido que se sirve en una olla de barro, separando el caldo y las carnes.

Shashlik: son brochetas a la parrilla. Las encontrarás en cualquier sitio, aunque las mejores suelen ser en locales especializados donde solo sirven shashlik. Las brochetas pueden ser de carne de cordero o ternera (en trozos o picada) y también de pollo (no lo recomendamos, no suelen estar bien hechos) o verduras. La particularidad del shashlik más típico, de carne en trozos, es que incluyen siempre un trozo de grasa para hacerlos más jugosos.

Manti: son raviolis de masa casera que se suele hacer al vapor. Suelen estar rellenos de carne, calabaza o queso. Una variedad es el khanum, en forma de rollo.

Somsa: son empanadillas de masa de pan, rellenas habitualmente de carne picada. Son bastante útiles para los viajes.

Comida uzbeca, manti (khanum), pasta casera rellena de calabaza en restaurante Old City en Samarcanda, Uzbekistán
Khanum de calabaza (variante de manti)

Además, en Uzbekistán se come mucha carne: puedes encontrar parrilladas de carne y chuletas de ternera o cordero (kazon kebab) en muchos restaurantes (aunque son siempre opciones más caras). Pero nuestro favorito fue el cordero asado en horno tandir (tandoori), muy jugoso.

Hay algunos platos de carne salteada al wok con salsa de soja, que parecen de influencia china (como el jiz). Se come también carne de caballo, como el mencionado qazi o norin (carne en hebras, que se toma templada o en una sopa con pasta).

En Bujará es típico también el vaguri, chuletas de cordero asadas en una parrilla por los dos lados, aplicando presión. La carne queda muy crujiente.

En Jiva y Karakalpakstan hay también algunos platos regionales que no se suelen ver en el resto de Uzbekistán: recomendamos el shivit oshi (tallarines caseros infusionados en eneldo, con carne). También es típico el tukhum barak (raviolis rellenos de huevos, leche y mantequilla).

Comida de Uzbekistán, vaguri, chuletas de cordero en parrilla con presión, plato típico de Bujará
Vaguri (chuletas de cordero)

Es habitual acompañar las comidas con ensaladas, y la más típica es la achichuk (tomate y cebolla). Estas son pequeñas, servidas en boles y casi siempre tienen cilantro.

Pero si te gustan los encurtidos, en Uzbekistán son muy buenos, y sin demasiado vinagre: pepinillos, tomates, berenjenas…

Por último, en Uzbekistán hay excelente fruta, como melocotones, granadas y melones. El verano es el mejor momento para disfrutarla, ¡pero hace muchísimo calor!

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