Laguardia no solo es uno de los pueblos más bonitos de España, con un intacto corazón medieval, sino que esconde un patrimonio enológico digno de conocer.
Esta villa medieval fue fundada por los reyes de Navarra en la Alta Edad Media, en una zona fronteriza en una época de luchas alianzas cambiantes entre los distintos reinos cristianos y musulmanes de la Península Ibérica. Sus dos iglesias y muchas viviendas están integradas en la muralla, que aún se conserva en su totalidad.
Por su carácter de guardia fronteriza, el subsuelo de la ciudad está atravesado por túneles defensivos, que denominan calados.
Cuando la zona dejó de ser una frontera después de la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512, su importancia defensiva decayó y los túneles perdieron su función original, pero encontraron otra: la humedad del ambiente debido a la composición de la roca y su temperatura constante los hicieron ideales para la crianza del vino. Actualmente, hay dos bodegas que envejeciendo el vino en sus calados. En este viaje visitamos una de ellas, que realiza todo el proceso intramuros.
Cómo llegar
Laguardia (Álava) se encuentra dentro del territorio de la D.O.Ca. Rioja (en la Rioja alavesa), a 64 km de Vitoria, a 160 km de San Sebastián (de donde veníamos) y a 340 km de Madrid. Al lado, está Elciego, famoso por sus bodegas, en especial la del gigante exportador Marqués de Riscal, que también visitamos.
El coche es la mejor opción para llegar y moverse, ya que Laguardia es pequeña y no tiene estación de tren ni autobuses. Además, así te puedes visitar fácilmente las bodegas y otras localidades de la Rioja. Aquí puedes encontrar las mejores ofertas de alquiler de coches.
Si prefieres llegar en transporte público, puedes viajar a Logroño o Vitoria en tren o autobús y después tomar un bus interurbano a Laguardia. Desde la estación de Logroño, este tarda unos 25 minutos, mientras que desde Vitoria el trayecto dura 55 minutos. Ambas líneas están operadas por Álavabus y puedes mirar los horarios aquí.
Utilizando este buscador puedes encontrar los horarios y precios de los trenes y autobuses para llegar a Logroño o Vitoria.
Dónde alojarse
Hay muchos hoteles y apartamentos en la zona, pero os recomendamos que os quedéis al menos una noche en Laguardia, para poder disfrutar de su encanto también al anochecer y tomar unos pintxos y vinos sin tener que conducir de vuelta.
Nosotros nos alojamos en el Hotel Marixa. Las habitaciones son muy cómodas, con balcón, pero lo mejor es su situación. Como se encuentra justo enfrente de la muralla, hay una vista espectacular desde las habitaciones. Además, la muralla se ilumina de noche por lo que está genial para hacer fotos nocturnas desde tu balcón. Al otro lado, el valle con los viñedos es también hermoso. Se puede aparcar allí mismo, lo cual también es cómodo.
Si buscáis algo de mayor rango, la Hospedería de los Parajes, dentro de la muralla de Laguardia, en plena calle Mayor es uno de los hoteles más conocidos de Laguardia. Con balneario y bodega, es un lugar fantástico para quedarse.
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Laguardia medieval
Pasear por Laguardia es una delicia, sus calles peatonales te aportan una paz lejos de la agitada vida moderna y te transportan a otra época, mientras puedes disfrutar de la gastronomía vasca y riojana contemporánea. Pero la villa tiene además un monumento muy especial, que destaca sobre el resto y que tienes que ver si traspasas su muralla: la Iglesia de Santa María de los Reyes.
La Iglesia de Santa María de los Reyes comenzó a construirse en el s. XII, pero de entonces solo se conserva una cripta. La construcción actual data fundamentalmente del s. XIV, con una ampliación del s. XVI. En su interior se aprecia la diferencia de técnicas y estilos en la construcción entre ambas épocas, con una original solución de continuidad para preservar un conjunto armonioso.
Pero lo que hace especial a esta iglesia no son naves, ni sus altares, sino el magnífico pórtico policromado por el que se entra al templo. El pórtico fue tallado a finales del s. XIV, pero la policromía es del s. XVII. Entre la construcción y la pintura, se erigió una capilla alrededor del mismo, lo que permitió proteger la obra de las inclemencias del tiempo y preservar perfectamente los colores originales para legarnos uno de los pocos pórticos policromados que se conservan en Europa.
El pórtico solo se puede admirar mediante una visita guiada en horarios determinados, con aforo limitado y un precio de 3 €, por lo que si vas a ir a Laguardia, te recomendamos que reserves la visita con antelación. Para ello, hay que escribir un correo electrónico a turismo@laguardia-alava.com. Desde hace unos años, la visita comienza con una explicación del pórtico en el que se van iluminando sus distintos elementos para que el visitante se tome el tiempo de contemplarlos todos y comprender la representación en su conjunto.
Nosotros reservamos la visita a las 13:15, de forma que terminamos a la hora perfecta para comer unas raciones, incluyendo unos pimientos del Piquillo rellenos, antes de pasar a la segunda parte de nuestra visita a Laguardia: el vino.
El vino
Después de comer, visitamos dos bodegas: la enorme Marqués de Riscal y la diminuta El Fabulista, dentro de la muralla de Laguardia.
Marqués de Riscal
Marqués de Riscal es la bodega más antigua de Álava, ya que comenzó a producir vino en Elciego en 1858. Actualmente es un gran grupo empresarial del vino, produce unas 7 millones de botellas, de las que exporta el 65% a más de 110 países en el mundo. El Marqués de Riscal Reserva es probablemente el Rioja más fácil de encontrar en cualquier supermercado de Europa.
Este vino es lo que muchos tienen en mente cuando piensan en un Rioja, aunque tiene la particularidad de que se le permite añadir uva Cabernet Sauvignon, a pesar de que el Consejo Regulador de la D.O.Ca. Rioja no la considera como una de sus variedades tradicionales, ya que la bodega la venía utilizando desde antes de la creación de la denominación de origen. A diferencia del que probaremos más tarde, es un vino hecho por enólogos, con modernas técnicas de producción y análisis para conseguir un producto homogéneo.
La empresa ha expandido su negocio a otras zonas vinícolas de España, concretamente en Rueda, donde fueron también pioneros y un agente clave para la recuperación de la variedad autóctona Verdejo, que estuvo a punto de desaparecer por una plaga de filoxera, y tan de moda se ha puesto ahora en España y Europa.
La visita a la bodega merece mucho la pena. Para ello, debes reservar siguiendo este enlace. Ahora, la visita cuesta 19 € y ofrecen otras 2 opciones con catas de vinos superiores.
En este viaje hicimos la visita en inglés y es mucho peor que la visita en castellano. Te cuentan lo justo de la bodega y la producción, sin apenas curiosidades, aunque tampoco ayudó el grupo, que parecía poco interesado ni dispuesto a interactuar, entre unos franceses que solo iban a sacarse selfies y unos americanos que no parecían saber muy bien dónde estaban.
En 2006, el arquitecto Frank Gehry construyó un hotel dentro de la bodega, y el complejo fue bautizado como la Ciudad del Vino. Se trata de un hotel de lujo con spa y una vista increíble de la bodega, sus viñedos y Elciego. Puedes reservar una habitación pinchando aquí.
La obra recuerda inmediatamente al Museo Guggenheim de Bilbao, pero con más colores, añadiendo un elegante violeta que representa al vino.
Pero lo más curioso de la bodega se encuentra en su costumbre de reservar 1000 botellas de vino al año para ocasiones especiales, no para la venta. Por ejemplo, cuentan que utilizaron una del año de nacimiento de Gehry (1929) para convencerle de construir el hotel. Las botellas deben abrirse rompiendo el cuello mediante unas tenazas de hierro incandescentes, pues no se pueden descorchar, y algunas no pueden consumirse pues el vino se ha estropeado después de tantos años.
Comenzamos la visita a las 16:30 y esta dura aproximadamente 1h30, incluyendo la cata final. Esta incluye una copa del Verdejo de sus bodegas de Rueda y otra del clásico Rioja Reserva, con chorizo y salchichón.
El Fabulista
Una vez terminamos en Marqués de Riscal, a eso de las seis de la tarde, volvemos a Laguardia para visitar su antítesis: a las siete tenemos la visita a una bodega muy especial. El Fabulista es la única bodega de Laguardia que sigue realizando todo el proceso desde la recepción de la uva intramuros: allí pisan la uva, obtienen el mosto, lo fermentan y envejecen los tintos crianza y reserva (otras envejecen el vino en los calados pero no lo fermentan allí).
Su ubicación en una plaza al lado de una de las puertas de la muralla le permite recibir la uva desde sus viñedos. El nombre de la bodega se debe a que esta se sitúa en la casa de Félix María de Samaniego, el famoso escritor de fábulas, y cada uno de sus vinos una divertida ilustración de una fábula en su etiqueta principal y su texto en la trasera.
La visita es muy divertida, y nuestra guía era muy locuaz. A la vez, puedes ver una bodega de vinos bastante artesanal y caminar por los túneles defensivos medievales de Laguardia. El Fabulista no tiene enólogos, sino un bodeguero, y por tanto el control del proceso no es tan estricto como en las grandes bodegas (y por tanto, el producto es menos homogéneo). Sus vinos no se venden ni en las tiendas de Madrid, pero ellos aseguran que son los favoritos de los autóctonos.
Rioja adoptó las técnicas de fabricación de Burdeos cuando muchos fabricantes franceses se trasladaron a la zona en la segunda mitad del s. XIX huyendo de la plaga de filoxera que se introdujo en la década de 1860 en el Mediodía francés por una cepa procedente de Estados Unidos. Esta tardó varias décadas en llegar a la Rioja, por lo que allí pudieron seguir produciendo.
En El Fabulista, también ofrecen visitas teatralizadas, en las que la mujer de Samaniego te enseña la bodega, ya que este se ausentaba de su hogar frecuentemente.
Los vinos de El Fabulista son de D.O.Ca. Rioja y por tanto utilizan mayoritaria o exclusivamente uva tempranillo, pero se elaboran con el método de maceración carbónica, que pasó a ser minoritario en Rioja tras la llegada de los bordeleses. El vino blanco que comercializan para completar el catálogo no se elabora en la bodega (aunque es Rioja, esta es tierra de tinto).
La visita finaliza con la cata de un tinto joven y uno crianza. Son vinos algo diferentes, con un carácter propio y de alta calidad: como explican, la calidad de la uva es determinante, con uva mala no se puede hacer un vino bueno, por lo que hay crianzas buenos y crianzas malos, reservas buenos y reservas malos (y hay que ser muy tonto para hacer un gran reserva con uva mala). Es una obviedad pero mucho comprador se guía demasiado por la edad o crianza del vino.
Lo cierto es que el tinto joven de El Fabulista es un vino de extraordinaria calidad, suave pero redondeado y agradable, perfecto para tomarlo a palo seco, a diferencia de muchos tintos jóvenes baratos que se venden a los que les falta de todo. A veces al vino no es que le falte madera, sino que necesita uva buena.
Era viernes, y al salir de El Fabulista descubrimos que, en Laguardia, el día de pintxo-pote, (es decir, ese día en el que en el País Vasco te dan un pintxo gratis con cada bebida) es el viernes. Así que fue salir de la bodega y recorrer los bares de la ciudad amurallada para tomar esos deliciosos platos en miniatura con unos buenos tintos locales, aunque no fueran las maravillas que tomamos en San Sebastián, y también el más prosaico bocadillo de panceta.
Había que calentar el cuerpo teniendo en cuenta que en aquella noche de mediados de agosto la temperatura bajó ¡hasta 10 ºC!