Lisboa es una de las capitales más bellas de Europa, y sorprende y cautiva al viajero. El impresionante estuario del Tajo, sus elegantes avenidas y monumentales edificios, la animada vida nocturna de Bairro Alto y Cais do Sodré y una buena oferta gastronómica a precios asequibles harán que quieras volver.
Es una ciudad llena de vida, día y noche. En cada calle, cada plaza, se nota que a los lisboetas les encanta disfrutar de su ciudad.
Para comprender la Lisboa actual, hay que pensar en una de las mayores catástrofes naturales de la historia: el terremoto de Lisboa de 1755, ¡que se estima que tuvo una magnitud de 8,4! Y, por si fuera poco, provocó un maremoto y un incendio.
Imaginaos como sería que el rey José I de Portugal, que estaba fuera de la ciudad, nunca quiso volver a dormir bajo un techo… Como suele suceder después de una catástrofe de semejante magnitud en un lugar tan importante, comenzaron de inmediato los esfuerzos por la reconstrucción de la ciudad. Se encargó de ello el Marqués de Pombal, el jefe del gobierno.
Así, la humanidad perdió una ciudad monumental pero ganó otra, construida según los principios de la Ilustración, con una trama urbana racional y los primeros edificios anti-sísmicos de Europa.
Cómo llegar a Lisboa
El aeropuerto internacional de Lisboa tiene vuelos directos a cientos de destinos en Europa, América, Asia y África.
Puedes encontrar los mejores vuelos a Lisboa desde tu aeropuerto utilizando el formulario de debajo.
La forma más cómoda de llegar a la ciudad desde el aeropuerto es el metro, cuya línea Roja (linha Vermelha) termina allí. En unos 30 minutos (con un transbordo) se llega al centro histórico de Lisboa.
Lisboa tiene excelentes comunicaciones por autopista desde cualquier lugar de Portugal y desde España. Se encuentra a unos 620 km de Madrid, una ruta de unas 6h30. La autopista portuguesa es de peaje, así como el Puente 25 de Abril, pero no son caros.
Alquilar un coche puede ser una buena idea para explorar los alrededores de Lisboa u otras zonas de Portugal. Si necesitáis alquilar un coche, podéis encontrar las mejores ofertas de las compañías internacionales en nuestro formulario:
El tren es otra historia: tarda unas 10 horas de Madrid a Lisboa, debido a las deficientes infraestructuras ferroviarias de Extremadura (probablemente las más viejas de España) y el poco interés de los gobiernos portugueses por construir una línea de alta velocidad Lisboa – Madrid.
Cómo moverse por Lisboa
El metro de Lisboa tiene 4 líneas y abre entre las 6:30 y la 1:00, todos los días. Es cierto que la red aún no consigue cubrir toda la ciudad (y en concreto, no llega a Belém), pero tiene varias estaciones en el centro. Es rápido y la frecuencia es buena.
El metro se complementa con la red de autobuses, tranvías, ascensores (algunos gratuitos) y funiculares. Estos están gestionados por la empresa municipal Carris, en su web podéis consultar el recorrido de las líneas y los horarios.
Mención aparte merece el tranvía 28, que lleva del centro de la ciudad al Castillo de San Jorge, y no es solo un medio de transporte sino una experiencia que a nadie que viaje a Lisboa le puede faltar.
Un billete sencillo cuesta 1,50 € (1,34 € si se utiliza la tarjeta prepago viva viagem, que cuesta 0,50 €). Un billete ilimitado de un día cuesta 6,40 €.
De todas formas, para visitar la ciudad la mejor opción es comprar la Lisboa Card, que además del transporte público incluye la entrada a la mayoría de los monumentos y museos de Lisboa y alrededores. Tened en cuenta que el turismo cultural en Lisboa es más caro de lo que cabría esperar por el nivel general de precios, así que esta tarjeta se amortiza muy fácilmente.
Para los monumentos de Sintra, tan solo incluye un descuento y el tren Lisboa – Sintra. Nosotros compramos la tarjeta para 48 h, que cuesta 34 €, y organizamos el viaje para aprovecharla al máximo.
Día 1: Baixa y Alfama
Baixa
Baixa es la zona céntrica de Lisboa, situada entre las colinas de la Alfama al Este y del Chiado-Bairro Alto, al Oeste.
La forma más cómoda de llegar a Baixa es en metro: bájate en Baixa-Chiado (líneas verde y azul), Rossio (línea verde) o Terreiro do Paço (línea azul).
Su configuración actual es producto de la reconstrucción ilustrada de la ciudad después de 1755.
Sigue varias calles paralelas que discurren entre la Praça Dom Pedro IV (Rossio) y la Praça do Comércio, siendo las más importantes la rua Augusta, en el centro, la rua Áurea y la rua da Prata.
Es una zona muy animada, mayoritariamente peatonal, repleta de comercios y terrazas.
Las calles paralelas de Baixa dirigen al estuario de Tajo, desembocando en la Praça do Comércio. Esta es también conocida como Terreiro do Paço, pues aquí estaban los Paços da Ribeira, el palacio real que fue destruido en el terremoto de 1755.
Se construyó en su lugar una plaza porticada, que recuerda a las plazas mayores castellanas pero con un lado abierto al estuario, para albergar oficinas administrativas. En 1775 se instaló la estatua ecuestre de José I, la primera escultura monumental dedicada a un rey en la ciudad.
El arco de triunfo (Arco da Rua Augusta), en el centro del brazo principal, estaba incluido en el proyecto inicial, pero no se construyó hasta 1875.
La simbología del arco es interesante: además de las alegorías de la gloria, el ingenio y el valor, contiene estatuas dedicadas a Viriato (líder lusitano en la resistencia contra Roma), Nuno Álvares Pereira (general que aseguró la independencia de Castilla en 1385), el explorador Vasco da Gama (iniciador de la colonización de Asia) y el Marqués de Pombal, reconstructor de Lisboa.
Se puede subir al arco, parte en ascensor, y parte por escaleras, desde donde se divisa una bella panorámica de la Praça do Comércio y el estuario del Tajo y desde ahí las estatuas casi se pueden tocar. La entrada cuesta 3 € y está incluida en la Lisboa Card.
En esta zona comimos en Floresta das Escadinhas, una taberna de pescados y carnes a la brasa, incluyendo las tradicionales sardinas. El lugar estaba a reventar, suponemos que debido en parte a las buenas opiniones que hay en TripAdvisor.
Tanto las sardinas como la carne estaban muy ricas, y a buenos precios, aunque su puesto en TripAdvisor es exagerado dada la oferta gastronómica de la ciudad. Debéis saber que en Portugal las sardinas se asan enteras, sin quitarles las tripas.
En el otro extremo de las calles paralelas de Baixa, se encuentra Rossio. La plaza alberga el Teatro Nacional y una estatua monumental de Pedro IV. A su izquierda, se encuentra la estación de tren, con una elegante fachada modernista. A la derecha de Rossio, se encuentra la Praça da Figueira, otra plaza peatonal con un mercado al aire libre.
Alfama
Alfama es un barrio popular tradicional de Lisboa construido sobre una colina, escenario típico de muchos fados lisboetas. Merece la pena subir y perderse por sus calles, que están en muchas mejores condiciones que hace un par de décadas.
En lo alto de la colina se alza el Castillo de San Jorge, del cual se conserva fundamentalmente la muralla y torres exteriores. Su interior es como un parque, con muchos árboles. La entrada cuesta 10 € (y no se incluye en la Lisboa Card), lo que nos parece excesivamente caro.
La mejor manera de subir por Alfama hasta el castillo es coger el tranvía 28, que va desde Baixa hasta Martim Moniz. La línea todavía utiliza antiguos tranvías de la década de 1930, idóneos para sus empinadas cuestas y pronunciadas curvas. ¡El viaje en sí es una experiencia que no te puedes perder!
En la subida al castillo se encuentran dos de los numerosos miradores de Lisboa, muy cercanos, en los que para el 28: Miradouro de Santa Luzia y Miradouro das Portas do Sol. Desde ellos se divisan dos edificios de gran importancia histórica situados en la colina de la Alfama.
El primero de ellos es el Monasterio de São Vicente de Fora (su nombre hace referencia a su situación extramuros). Construido en el s. XVII, se trata de uno de los pocos edificios de la ciudad que sobrevivió al terremoto y alberga el panteón de la dinastía real de los Braganza.
Un poco más allá se encuentra la Iglesia de Santa Engracia, cuya construcción comenzó en el s. XVII pero no finalizó hasta 1966, ya convertida en Panteón Nacional para personalidades ilustres del país.
Al pie de la Alfama se encuentra la catedral de Lisboa (Sé). Se trata de uno de los edificios más antiguos de Lisboa, pues su construcción se remonta al s. XII, de lo que dan fe sus naves románicas.
Día 2: Belém; Bairro Alto y Chiado
Belém
El terremoto de 1755 apenas afectó a Belém, por lo que hay que ir allí para hacerse una idea de lo que era la poderosa Lisboa que dominó el Atlántico y el Índico.
Belém se encuentra a unos 6 km del centro de Lisboa. El metro no llega hasta allí, pero se pueden tomar el tranvía 15 o los autobuses 714 y 728 desde el centro de Lisboa (Praça do Comércio).
Mosteiro dos Jerónimos
Comenzamos por el Mosteiro dos Jerónimos, una de las grandes obras del estilo manuelino portugués, mezcla de gótico y renacentista con elementos islámicos y orientales, y uno de los edificios más monumentales de Lisboa. Su construcción comenzó en 1514, auspiciada por el rey Manuel I, y continuó tras su muerte. Por cierto, aquí se firmó en 2007 el Tratado de Lisboa, el último tratado de la Unión Europea.
La entrada a la iglesia del monasterio es gratuita, pero para acceder al claustro hay que pagar entrada. Es bastante cara (10 €, incluida en la Lisboa Card), pero merece mucho la pena, porque el claustro es lo que hace a este monasterio verdaderamente especial.
No exageramos si decimos que es el claustro más hermoso de Europa. Sus elegantes arcos, columnas están llenos de detalles que te invitan a perderte por él.
Por supuesto, no faltan las referencias a Manuel I y el incipiente imperio portugués de ultramar: medallones con la inicial M del rey, la esfera armilar…
En realidad la visita al monasterio incluye tan solo una pequeña parte de este gran edificio. El ala oeste del monasterio alberga el Museo de la Marina y el Museo Arqueológico Nacional.
Torre de Belém
Cerca del Monasterio, frente al estuario del Tajo se encuentra la Torre de Belém, probablemente el edificio más famoso de Lisboa. La torre se construyó a la vez que el monasterio, en la década de 1510, y en parte por los mismos arquitectos. Se trata de una torre defensiva de nuevo estilo, abandonando definitivamente la ingeniería y estilo de los castillos medievales.
Desde aquí se despedía a los exploradores portugueses que salían de Lisboa a conocer y conquistar mundo. Por ello, cerca de la torre se encuentra el Monumento a los Descubrimientos.
La entrada a la torre cuesta 6 €. Nos parece un precio demasiado elevado para lo que se puede ver dentro, pero está incluida en la Lisboa Card.
Belém es además el origen del dulce más famoso de la capital portugesa: los pasteles de nata, o de Belém.
El origen de estos pasteles está en monasterio de los Jerónimos. Después de la Revolución Liberal de 1820, los monjes comenzaron a comercializarlos y posteriormente le vendieron la receta a la azucarera, que estableció la fabrica de Pastéis de Belém en 1837.
Por eso, aunque se venden por todas partes en Lisboa, los originales de Pastéis de Belém siguen siendo los mejores. La tienda se encuentra en la avenida principal rua de Belém, muy cerca del Monasterio de los Jerónimos.
Ponte 25 de Abril
El Puente 25 de Abril conecta Lisboa con la ciudad de Almada, en el lado Sur del estuario del Tajo, que hasta su apertura se debía cruzar mediante un transbordador.
Este puente colgante de acero de 2 km de longitud fue finalizado en 1966 y bautizado como puente Salazar. Después, se renombró con el día de 1974 en que tuvo lugar de la Revolución de los Claveles, que restableció la democracia en Portugal.
No es broma, visitar esta gran obra de la ingeniería por dentro es increíble gracias a Experiência Pilar 7. La entrada vale 6 € (está incluida en la Lisboa Card). Después de ver los cables de suspensión del puente y sus anclajes, un ascensor te sube hasta el nivel de la calzada del puente en el pilar 7.
La vista de 360º del estuario y la ciudad es verdaderamente espectacular. No es apto para personas con vértigo, porque el suelo es de cristal para que puedas mirar también hacia abajo.
Elevador de Santa Justa y Convento do Carmo
Al Oeste de Baixa se encuentra la colina que alberga el Chiado y, más arriba, el Bairro Alto, barrios típicos de la Lisboa del fado y la principal zona de fiesta de la ciudad.
Para llegar, se puede tomar el elevador de Santa Justa desde la Rua Áurea. Se trata de un ascensor construido en acero en 1902 para salvar el desnivel entre Baixa y Bairro Alto.
Como es una atracción turística, no son válidas las tarjetas de transporte sino que hay que pagar 5,15 € (ida y vuelta) + 1,50 € para acceder al mirador. Está incluido en la Lisboa Card así que si la has comprado, aprovecha.
Si no, puede que te resulte demasiado caro, pero no te preocupes: hay otros miradores incluso mejores y se puede subir a Bairro Alto a pie, en autobús o con el Elevador da Glória (un funicular incluido en el sistema de transporte público), que sale cerca de Rossio.
A la salida del elevador se encuentra el Convento do Carmo, iglesia gótica a la que el terremoto dejó solo el esqueleto. Se ha mantenido así como recuerdo de la destrucción de 1755 y alberga un museo arqueológico.
Después, podéis subir por la rua da Misericordia hasta el Bairro Alto. La vista de una zona de fiesta de día es bastante curiosa, pero además merece la pena ir al Jardim de São Pedro de Alcântara, con un mirador espectacular (y gratuito). Si has subido con el elevador da Glória, te dejará directamente en este precioso mirador.
Chiado
Entre el Bairro Alto y Baixa se encuentra Chiado, conocido como el barrio de las letras. Frecuentado por grandes escritores portugueses, tiene un marcado carácter bohemio. Su punto neurálgico es la Praça Luís de Camões, típico lugar donde los lisboetas quedan para ir a tomar algo en Chiado o salir por las calles empinadas del Bairro Alto. En esta plaza hay dos notables iglesias barrocas.
La rua Garrett es una de las más interesantes, con sus varios edificios art déco. Debe destacarse en especial la cafetería A Brasileira, en la cual puedes compartir un café con (una estatua del poeta) Fernando Pessoa.
Chiado es el barrio de las letras de la ciudad con más librerías del mundo. Allí se encuentra el Teatro Nacional San Carlos y el Museo de Arte Contemporáneo. Pero también hay muchísimos restaurantes y bares para tomar algo de día y de noche.
Chiado es un barrio encantador, pero mejora al atardecer. Se puede comenzar en el Miradouro de Santa Catarina para disfrutar de la puesta del sol sobre del estuario del Tajo y, ya de noche, ir a cenar y tomar algo en Bairro Alto.
Bairro Alto: fiesta y fado
En este viaje, el sábado por la noche fuimos a tomar algo a Bairro Alto. La zona tiene un muy buen ambiente, centrado en las ruas Diário de Notícias y do Norte, que desembocan en Praça Luis de Camões. Lisboa es, desde luego, una de las mejores ciudades de Europa para vivir la noche. Si no tenéis ganas de ir a la cama, podéis terminar en Cais do Sodré.
Buscando algo diferente, quisimos ir a un bar con fados en directo. Entramos en Retiro dos Sentidos, una taberna en rua Diário de Notícias, donde tomamos unas cervezas mientras escuchamos estas bellas canciones melancólicas de Lisboa.
Día 3
Museu Nacional do Azulejo
El Museo del Azulejo es un espacio único y que es mucho más interesante de lo que puede parecer a priori. Se encuentra en un monasterio del s. XVI que tiene una capilla cuyas paredes están decoradas con azulejos. La entrada cuesta 5 € y está incluida en la Lisboa Card. El museo está 3 km al este del centro y se puede llegar en los autobuses 759 y 794 desde Baixa.
El museo cuenta con una amplia colección de azulejos portugueses, y algunos españoles, desde el s. XVI. El azulejo era un elemento muy común en la decoración interior y exterior de edificios en Portugal y la industria desarrolló una altísima calidad técnica y artística.
Palácio Nacional de Mafra
Después, visitamos el Palacio Nacional de Mafra. Mafra se encuentra a 40 km al Noroeste de Lisboa. Se trata de un palacio monumental construido en el s. XVIII cuando el oro de Brasil comenzó a llegar de forma masiva a la metrópoli. Inicialmente, se iba a construir un monasterio franciscano y al final este acabó conviviendo con el palacio que se decidió levantar.
Mafra era un palacio de descanso para los reyes, en especial para cazar en los alrededores, y no una residencia permanente. Su interior es sobrio y simétrico, con algunos bellos frescos y estucos en los techos. Aunque muchas obras de arte y mobiliario fueron trasladadas a Brasil, adonde la familia real portuguesa huyó durante la invasión napoleónica, todavía quedan algunas.
La biblioteca del Palacio de Mafra es una de las más bellas e importantes de Portugal, con más de 40.000 volúmenes. Es una lástima que solo te dejan verla desde la entrada, y no pasear por ella…
Por la entidad del palacio y lo cerca que está de Lisboa, nos sorprendió que había muy pocos visitantes en Mafra. Probablemente, eso haga que haya pocas opciones para comer, así que es mejor hacerlo en otro sitio. A nosotros nuestra ignorancia nos costó alimentarnos con la comida más mediocre que hemos tomado en Portugal.
Día 4: Sintra
El último día de nuestro viaje lo pasamos en Sintra, un lugar maravilloso, en el que te podrías quedar tranquilamente dos días.
Palácio da Pena
Primero visitamos el Palácio da Pena, el maravilloso sueño romántico del rey consorte Fernando II. Este se encuentra en un entorno natural impresionante, que cautivó al sajón, marido de María II de Portugal.
Dom Fernando adquirió un antiguo monasterio destruido en 1755 y construyó en su lugar una fantasía según los gustos románticos del momento: con murallas y torres de distintos colores, piedra tallada según distintos estilos históricos europeos, incluyendo típicos azulejos portugueses y puertas arabizantes, alegres terrazas y pasadizos secretos.
Si vas a Lisboa, tienes que venir aquí. Nosotros fuimos en coche, pero se puede llegar en tren desde la capital a Sintra y luego en autobús hasta el Palacio.
Existen dos tipos de entradas para acceder al Palácio da Pena: solo para el parque (7,50 €) o palacio + parque (14 €), que incluye también la entrada al Chalet de la Condesa de Edla.
En realidad, la “entrada para el parque” te permite ver todo el palacio por fuera subir a algunas torres y admirar la vista panorámica desde sus terrazas. De todos modos, creemos que merece la pena pagar la entrada completa. No os lo podemos demostrar, ya que no dejan tomar fotografías dentro del palacio (y lo vigilan).
Las estancias del palacio siguen el romanticismo extremo del exterior y conservan mobiliario del mismo estilo perteneciente a los últimos reyes de Portugal, que pasaron mucho tiempo en Sintra hasta la proclamación de la República en 1910.
Si no os apetece andar la empinada cuesta hasta el palacio, hay un autobús que os lleva rápidamente.
El Palácio da Pena se encuentra dentro del complejo natural y artístico de los Parques de Sintra – Monte da Lua. Este incluye otros monumentos:
La Quinta da Regaleira, que no nos dio tiempo a ver pero es realmente maravillosa
El Castelo dos Mouros, un castillo árabe del s. IX que fue restaurado por Fernando II
El Palacio Nacional de Sintra, que visitamos después.
Otros monumentos: el Palacio y la Granja de Monserrate, el Chalet de la Condesa de Edla, el Convento de los Capuchinos. En realidad, también se encuentra en sus dominios el Palacio Nacional de Queluz, entre Sintra y Lisboa.
Si vais a visitar varios de estos lugares, hay entradas conjuntas con descuentos. Es buena idea comprar la entrada por internet para ahorrar colas y porque hacen un pequeño descuento. Si no lo habéis hecho con antelación, las podéis comprar al llegar con el móvil, como hicimos nosotros.
En nuestro caso, no teníamos tanto tiempo así que decidimos visitar el Palácio da Pena, comer en Sintra y entrar al Palácio Nacional de Sintra por la tarde.
En Incomum by Luis Santos disfrutamos de la mejor comida de nuestro viaje, de largo. Cocina moderna y de calidad con ingredientes locales de altura: la pintada con champiñones, calabaza y castañas y el magret de pato con puré de yuca son espectaculares, pero lo mejor fue el hachis parmentier de rabo de buey, foie gras y batata. Todo ello por unos 25 € por persona, incluyendo un entrante y un postre para compartir. Desde luego, ¡uno de los mejores restaurantes en relación calidad-precio que hemos probado en Europa Occidental!
Palacio Nacional de Sintra
Después de comer visitamos el Palacio Nacional de Sintra, que se encuentra en el núcleo de São Martinho, la parte antigua del pueblo. El Palacio de Sintra comenzó a construirse en el s. XV y se considera la residencia real medieval mejor conservada de Portugal. Su elegante fachada blanca recuerda a construcciones andaluzas y en ella destacan las enormes chimeneas cónicas de la cocina del palacio.
Merece la pena pagar la entrada para visitarlo (10 €), pues su interior contiene estancias realmente espectaculares, sobre todo la Sala dos Cisnes, Sala das Pegas (de las Urracas) y la Sala dos Brasões (de los Blasones).
La Sala das Pegas recibe su nombre de las pinturas del techo de madera, que representan 136 urracas que portan la divisa del rey João I (por bem) en el pico y una rosa roja, símbolo de la Casa de Lancaster a la que pertenecía su consorte.
Se dice que el rey ordenó este diseño para vengarse de las burlas de las damas de palacio, después de haber sido descubierto besándose con una de ellas.
La Sala dos Brasões es seguramente la más espectacular. Sus paredes están decoradas con azulejos y su gran techo abovedado con pinturas de los escudos de armas de 72 familias nobles portuguesas de la época.
Después de dar un corto paseo por el pintoresco pueblo de São Martinho, donde se encuentra el palacio, volvimos a Lisboa e hicimos las maletas para despedirnos de una de las ciudades más bellas y agradables de Europa. ¡Pero no es un adiós sino un hasta pronto!
Y quisimos que fuera un hasta pronto dulce así que antes de salir hacia Madrid, paramos en Belém para comprar pastéis de nata.