Samarcanda es una ciudad de leyenda, su nombre es el más evocador de Uzbekistán y toda Asia Central. Hoy en día es la segunda ciudad más poblada de Uzbekistán y parada obligatoria de cualquier viaje en el país. De su casco histórico solo quedan unos pocos grandes monumentos, pero ¡qué monumentos! Una arquitectura que no verás en casi ningún otro lugar.
En dos días completos puedes visitar todos los sitios de interés de Samarcanda (en uzbeco: Samarqand) que presentamos en esta guía. Merece la pena utilizar otro día para ir a Shahrisabz, a 1h30 en carretera, pero la ciudad no tiene mucha escena cultural que invite a pasar mucho más tiempo.
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Cómo llegar a Samarcanda
El aeropuerto internacional de Samarcanda (SKD) tiene vuelos a múltiples destinos, incluido Estambul. De hecho, puede ser una buena opción para comenzar tu viaje en Uzbekistán.
Para desplazarse a otras grandes ciudades de Uzbekistán, el tren es la mejor opción. Hay alta velocidad a Tashkent (2h10) y Bujará (1h30). El tren convencional tarda unas 4h a Tashkent y 3h a Bujará.
Los billetes son bastante baratos, en torno a 10 € o menos y se pueden comprar fácilmente en la página web oficial de la empresa de ferrocarriles de Uzbekistán: https://railway.uz/en/
La estación de tren se encuentra a las afueras de la ciudad, en el Oeste. Para llegar, un taxi desde el centro cuesta unos 25.000-30.000 som (unos 2-3 €).
Por cierto, recuerda contratar un seguro de viaje antes de volar a Uzbekistán. Nosotros recomendamos los seguros de IATI, por sus coberturas y servicio. Si utilizas nuestro enlace para contratar tu seguro IATI te beneficiarás de un descuento exclusivo del 5% y nos apoyarás para seguir escribiendo sobre nuestros viajes.
Cómo desplazarse por Samarcanda
Todos los sitios de interés de Samarcanda se pueden visitar fácilmente a pie, incluso el Observatorio de Ulug Beg, que es lo que está más lejos del centro. También hay marshrutkas (mini-buses), pero no son muy fáciles de utilizar (puedes preguntar en tu hotel). Los taxis no son caros, pero deberás regatear (por un máximo 2-3 € te puedes mover a casi cualquier sitio).
En Samarcanda se pueden distinguir varias zonas: en primer lugar, el centro histórico, donde se encuentran los principales monumentos de la época timúrida (Registan y Mezquita de Bibi Khanum) y la colina de Afrosiyob, al Norte (ruinas de la fortaleza Afrosiyob y Observatorio de Ulug Beg). El Shah-i-Zinda, mausoleo timúrida está entre estas dos zonas. Hay algunos antiguos barrios de callejuelas y el mercado central en el centro histórico, pero el Registan y Bibi Khanum están unidos por una anodina avenida peatonal.
Por otra parte, el ensanche del s. XIX construido por los rusos (llamada Ciudad Europea o Ciudad Rusa) se encuentra al Oeste del centro histórico. Está formado por un cuadrante de avenidas circulares delimitado por el bulevar de la Universidad, y es una zona más auténtica de la ciudad, donde viven los locales. Hay muchos otros barrios alrededor de estas zonas, que no tienen especial interés.
Dónde alojarse en Samarcanda
Lo más habitual es que un viajero quiera alojarse en el centro de una ciudad. Así tiene a mano muchos lugares de interés turístico y también el centro de la vida de la ciudad, con bares, restaurantes, tiendas, eventos…
En Samarcanda hay dos grandes centros monumentales, separados 1 km por una avenida peatonal: el Registan y al Mezquita Bibi Janum. En esta avenida y en los viejos barrios de callejuelas a los lados hay muchos hoteles y casas de huéspedes, como esta en la que nos alojamos.
Estos son alojamientos tradicionales con patio, más baratos y auténticos aunque generalmente menos cómodos. El problema es que esta zona está totalmente muerta cuando cae el sol.
Por eso, en otra ocasión elegiríamos un alojamiento en la Ciudad Rusa o cerca del Bulevar Universidad. Aunque haya que caminar más para llegar a Bibi Janum (no tanto al Registan, pues está cerca) hay muchas más opciones si quieres salir a cenar cerca del hotel.
Un poco de historia de Samarcanda
Samarcanda está habitada al menos desde el s. VII a.C. y fue desde antiguo importante en Asia Central por su ubicación en las rutas de la seda. Los orígenes de Samarcanda se encuentran en Afrosiyob, antiguo asentamiento fortificado en la colina al norte del actual centro histórico. Era la capital de los sogdianos (un pueblo de lengua persa) cuando la conquistó Alejandro Magno.
Aunque no formó parte del Imperio Persa, el persa fue durante siglos la lengua más hablada en Samarcanda, si bien tuvo siempre una población multiétnica. En el s. VIII, Samarcanda pasó a formar parte del Califato Abasí, aunque posteriormente se la disputaron persas, mongoles y distintos pueblos túrquicos de las estepas.
Samarcanda ya era una ciudad muy importante y bella a principios del s. XIV, pero su periodo de mayor esplendor para Samarcanda comenzó, sin duda, cuando, en 1370, Amir Timur (más conocido en occidente como Tamerlán) estableció la capital de su imperio en Samarcanda. Esta decisión implicó la construcción de una nueva ciudad, atrayendo a artistas, arquitectos y artesanos de todo el imperio, que abarcaba desde Anatolia hasta la India.
En 1404 llegó a Samarcanda Ruy González de Clavijo, embajador del rey de Castilla a Tamerlán, que buscaba relaciones amistosas entre los dos reinos y, con suerte, combatir al enemigo común que eran los otomanos. Clavijo escribió la Embajada a Tamorlán, uno de los grandes libros de viajes medievales, y quedó maravillado por Samarcanda.
Los sucesores de Amir Timur continuaron embelleciendo la ciudad, destacando a su nieto Mirzo Ulug Beg, gobernador de Samarcanda durante más de 30 años, antes de emperador, muy interesado en la astronomía, que construyó un observatorio muy importante en la colina de Afrosiyob, además de la primera de las madrasas del Registan, que conocemos hoy por su nombre.
Los nómadas uzbecos tomaron Samarcanda en 1501 y establecieron la dinastía shaybánida. Continuaron el programa constructivo de la ciudad y a esta época se deben las otras dos madrasas del Registan, probablemente el espacio más emblemático de Samarcanda.
En el s. XVIII las rutas de la seda de Asia Central fueron perdiendo importancia por el auge del comercio marítimo intercontinental. Además, Samarcanda entró en claro declive frente a su rival Bujará, quedando integrada, de hecho, en el janato de Bujará.
En 1868, Rusia conquistó Samarcanda, y comenzó una modernización y occidentalización de la ciudad, especialmente tras la llegada del ferrocarril en la década de 1880. Al inicio de la época soviética, Samarcanda fue la capital de la RSS de Uzbekistán, hasta que en 1930 esta se trasladó a Tashkent.
Visita a Samarcanda en 3 días
En prácticamente todos los sitios de interés hay que pagar entrada. Los precios de las entradas son prácticamente iguales en todos los monumentos: 25.000 som a finales de 2022 (unos 2,10 €). En todos los sitios se supone que hay que pagar un permiso para tomar fotografías con cámara réflex: cuesta más que una entrada, pero no hace falta pagarlo, nunca nadie nos lo pidió.
Samarcanda timúrida
Mezquita de Bibi Janum
La Mezquita de Bibi Janum, también escrito Bibi Khanum, (Bibi Xonim masjidi) es una de las obras maestras del llamado renacimiento timúrida y del arte islámico en general y, en su época, una de las mezquitas más grandes del mundo. Bibi Janum significa “princesa mayor” y se refería a la esposa de Amir Timur. La mezquita estaba pensada para albergar a toda la población masculina de Samarcanda para la oración del viernes.
Amir Timur mandó construir esta mezquita entre 1399 y 1405. Se dice que a su vuelta de la campaña de la India en 1404, pidió numerosos cambios en el diseño.
Desde el inicio, la Mezquita de Bibi Janum tuvo numerosos problemas estructurales por la ambición de la obra y la rapidez con la que se construyó y tuvo que ser objeto de intervenciones casi desde su inauguración. A finales del s. XVI, en la época shaybánida se decidió no acometer más restauraciones y la mezquita se fue convirtiendo en una impresionante ruina.
Las cúpulas se resquebrajaron y algunas se hundieron, al igual que algunos arcos. A partir de 1974 comenzó una restauración o reconstrucción de la mezquita, que sigue en curso.
La Mezquita de Bibi Janum sigue un típico modelo de mezquita de patio, rodeada de un muro elevado con un perímetro de 167 por 109 metros y con dos monumentales portales (pishtaq). El patio estaba atravesado por dos galerías con columnas que se han perdido. En el centro, se conserva el enorme soporte para el Corán, donde se solía exhibir el Corán más antiguo conocido, hoy guardado en una madrasa de Tashkent.
Cierra el patio otro pishtaq, aún más monumental que, de hecho, impide ver la cúpula más grande de la mezquita, de 40 metros, justo detrás de este. A través del portal puedes entrar al edificio principal de la mezquita. Se ha perdido parte de la decoración interior, pues se ha perdido, pero puedes advertir que las cúpulas tienen una geometría diferente por dentro y por fuera.
Mausoleo de Bibi Janum
Enfrente de la Mezquita, el Mausoleo de Bibi Khanum es mucho más austero. Originalmente, estaba integrado en el complejo de la mezquita: entre la mezquita y el mausoleo había una madrasa, de la que se han reconstruido algunos muros, que fue destruida en una invasión persa.
El mausoleo está dedicado a la madre de Bibi Khanum y otras mujeres de su familia. En el interior, las tumbas se encuentran en el sótano, bajo una estructura de ladrillo. Da la impresión de estar muy reconstruido.
La entrada cuesta también 25.000 som, y te la puedes ahorrar, si no tienes algún motivo especial para que te interese mucho este mausoleo.
Caminamos ahora hacia el Registan, el gran conjunto monumental de Samarcanda, por una anodina avenida peatonal. Está claro que se construyó hace poco, pensando únicamente en el turismo organizado, para evitar atravesar los viejos barrios de callejuelas. Está tan limpia, cuidada y organizada que llega a lo distópico.
Al final de esta avenida, a la derecha (Oeste) encontrarás el Registan. A la izquierda, en un pequeño parque, hay una estatua de Islom Karimov, el primer presidente del Uzbekistán independiente, natural de Samarcanda. Es interesante ver el culto a su personalidad que siguen teniendo muchos uzbecos, a los que verás posando con él.
Registan
El Registan es probablemente el espacio más emblemático de Samarcanda, y un clásico en las fotografías de bodas uzbecas (probablemente veas novios posando frente a él). Registan significa en realidad plaza mayor, el espacio más importante de la vida social de la ciudad, donde había un mercado y tenían lugar todo tipo de eventos públicos.
Entre los siglos XV y XVII, se construyeron las tres madrasas que cierran sus lados y convirtieron al Registan de Samarcanda en uno de los espacios más majestuosos de Asia Central. Desgraciadamente, con el declive de Samarcanda, sus madrasas dejaron de utilizarse y a principios del s. XX estaban en un estado bastante ruinoso. Décadas después fueron profusamente reconstruidas, tratando de recuperar su esplendor histórico.
Antes de entrar a visitar las madrasas, tómate tu tiempo en admirar el conjunto desde la plataforma elevada, en la avenida principal. La mejor luz es al atardecer.
A tu izquierda verás la Madrasa de Ulug Beg (la más antigua de todas, del s. XV), en el centro la Madrasa Tilya-Kori y a la derecha la Madrasa Sher-dor, con el enigmático mosaico que conjuga la mitología túrquica y mongol con el islam.
Las madrasas eran instituciones de educación superior, que se asemejan a las universidades europeas, si bien la educación de las madrasas siempre tenía un fuerte componente islámico. Estas madrasas eran, a la vez, residencias de los propios estudiantes, por lo que se las relaciona con los tradicionales colleges británicos.
Detrás de la madrasa Sher-Dor, fuera del recinto de pago del Registan, está el edificio circular del antiguo Bazar (Chorsu), que hoy es utilizado como galería de arte.
Madrasa de Ulug Beg
La Madrasa de Ulug Beg es la más antigua del Registan. La mandó construir Ulug Beg, nieto de Amir Timur, en 1417-1421, cuando era gobernador de Samarcanda. Ulug Beg fue un gran astrónomo y quizás por eso escogió un motivo geométrico de soles o estrellas para su pishtaq (entrada monumental).
El propio Ulug Beg enseñó en esta madrasa, que, además, funcionó como observatorio astronómico antes de la construcción del observatorio en la colina Afrosiyob.
Además, la inscripción en cúfico alrededor del pishtaq dice: “esta magnífica fachada tiene una altura que es dos veces la del cielo y su peso es tal que retrasa la rotación de la Tierra“.
La altura del pishtaq, de más de 10 metros, es, ciertamente, el doble que la del resto de los muros. El patio de la madrasa es de unos 30 por 40 metros, y tiene dos plantas. En estas se encuentran los dormitorios de los estudiantes (hujras), y las aulas (darskhans) en las esquinas (una disposición que se adoptó posteriormente en toda Asia Central). Por el lado Oeste se pasa a la mezquita de la madrasa.
Hoy en día, los antiguos dormitorios están ocupados por mercaderes que venden bufandas, pañuelos de seda, gorros y otros souvenirs.
Madrasa Sher-Dor
La Madrasa Sher-Dor se encuentra en el flanco derecho del Registan y es la más sorprendente en su exterior por el mosaico de su pishtaq. Este mosaico desoye la tradición islámica que prohíbe la representación de humanos y animales. Aparecen dos leopardos cazando sendos ciervos con un sol en la espalda con una cara de rasgos mongoles, lo que podría ser una referencia al dios mongol Tängri, en una extraña combinación de paganismo e islam.
La Madrasa Sher-Dor fue construida en 1619-1636 por encargo del gobernador de Samarcanda Yalangtush Bakhodur, cuando la ciudad estaba controlada por el Janato de Bujará. El motivo del mosaico fue indudablemente escandaloso para algunos, pero probablemente contó con la aprobación del jan, y pudo inspirarse en un motivo similar en un bazar de Isfahan (Irán). Hoy en día es uno de los símbolos del Registan de Samarcanda y el arte uzbeco en general.
Otro rasgo distintivo de la Madrasa Sher-Dor son sus bellas cúpulas con nervaduras de color turquesa, a los lados. El interior muestra una disposición similar a la Madrasa de Ulug Beg, pero carece de mezquita. Probablamente los estudiantes de esta madrasa rezasen en la mezquita que hubo adyacente a esta madrasa, que no se conserva.
Madrasa Tilya-Kori
La Madrasa Tilya-Kori fue la última en construirse en el Registan, en 1646-1660, por el mismo gobernador Yalangtush Bakhodur que la Madrasa Sher-Dor. Sin embargo, Yalangtush murió hacia 1655, y la madrasa quedó inacabada. De hecho, la cautivadora cúpula turquesa que resplandece al atardecer fue terminada por los restauradores soviéticos.
A diferencia de las otras madrasas del Registan, la Madrasa Tilya-Kori no dispone de aulas en las esquinas y solo tiene una planta de dormitorios. A cambio, contiene una gran mezquita congregacional que ocupa todo el lado Oeste (izquierdo). Probablemente esta mezquita fuera utilizada por todos los habitantes de Samarcanda, no solo por los estudiantes.
La decoración exterior es sin duda impresionante, pero lo mejor de la Madrasa Tilya-Kori está en el interior: en la sala del rezo, con una maravillosa decoración de azul y oro que culmina en la cúpula.
Se sabe que en este lugar hubo un caranvasar, al que sustituyó la Madrasa Tilya-Kori. Como en el s. XVII la actividad comercial de Samarcanda ya estaba en franco declive, es probable que este estuviera ya prácticamente en desuso, y la mezquita le vendría muy bien a los habitantes de Samarcanda, pues Bibi Khanum tenía muchos problemas constructivos.
Gur-e Amir (Mausoleo de Amir Timur)
El Gur-e-Amir (en persa “Tumba del líder”) se construyó inicialmente como una khanaqah (centro sufí) y una madrasa por Muhammad Sultan, el nieto de Amir Timur, nombrado heredero de su abuelo. La khanaqah y la madrasa se construyeron frente a frente en torno a un patio.
Muhammad Sultan murió repentinamente a los 27 años en 1403 y Timur dispuso que su obra se convirtiera en su mausoleo. Entonces comenzó la construcción del Gur-e-Amir propiamente dicho, entre la khanaqah y la madrasa. Este combina dos elementos clásicos de los mausoleos timúridas: un pishtaq monumental y una enorme cúpula que corona una estructura cilíndrica.
Dijo Clavijo que el Gur-e-Amir se construyó en tan solo 10 días bajo las órdenes de Amir Timur. Seguramente sea una exageración, pero es cierto que la construcción fue muy rápida, aunque con gran maestría. Solo dos años después, en 1405, Amir Timur murió.
Aunque el deseo de Amir Timur era el de ser enterrado en su ciudad natal, Kesh (hoy Shahrisabz), como todavía era invierno, no se podía cruzar el puerto de montaña que llegaba hasta ahí y finalmente se decidió enterrarle junto a su nieto en el Gur-e-Amir.
A pesar del abandono de los siglos, la cúpula del Gur-e-Amir se mantuvo prácticamente intacta y la restauración de la década de 1950 fue muy respetuosa. Lo más impresionante de este monumento es la sala de la tumba de Timur y otros miembros de su familia, con una compleja decoración muy profusa en oro.
Cerca del Gur-e-Amir hay otros dos mausoleos que merecen una parada, aunque no son tan impresionantes.
El Mausoleo Ak-Saray se construyó en la década de 1470 muy cerca de Gur-e-Amir, cuando este alcanzó el límite de su capacidad para albergar los restos de más miembros de la familia timúrida. Su decoración interior es impresionante y algo diferente a la de otros monumentos. Durante nuestra visita estaba en restauración y no pudimos entrar.
El Mausoleo Ruhobod es una de las primeras construcciones del reinado de Amir Timur (1380). Alberga la tumba del místico y teólogo islámico Sheikh Burhan al-Din Sagarji.
Shah-i-Zinda
Shah-i-Zinda (en persa, “el rey viviente“) es una impresionante necrópolis de los siglos XI-XV, aunque la mayor parte de las estructuras data de los s. XIV-XV. Se encuentra en una colina al nordeste de la antigua Samarcanda, cerca de la mezquita de Bibi Janum.
La entrada se realiza por un monumental pishtaq, tras el que se abren unas escaleras. El Shah-i-Zinda es como una avenida con mausoleos a los lados, cada cual más monumental. En algunas zonas el paso es muy estrecho y no se puede apreciar bien la grandiosidad de los edificios, pero sí el detalle de su intrincada decoración.
Se puede entrar a muchos de los mausoleos. En algunos no queda mucha decoración interior, pero otros no te los puedes perder, incluso aunque tengas la mala suerte de visitar el Shah-i-Zinda durante un corte de electricidad y no haya iluminación interior.
Los edificios más impresionantes por dentro en Shah-i-Zinda son:
La Tumba de Shadi Mulk Aqa (1371-1383), sobrina de Amir Timur. Es el primer monumento de la época timúrida, aunque su diseño se inspira en tumbas de décadas anteriores. Está totalmente decorada con azulejos, en los que domina el turquesa, y la caligrafía incluye versos que expresan el dolor de la pérdida de una hija (fue su madre quien encargó el mausoleo).
La Tumba de Ali Nasafi (1360-1380), con una decoración de azulejos similar a la anterior. No se sabe quién está enterrado aquí, y Ali Nasafi habría sido su arquitecto, según una inscripción del pishtaq.
Tumba de Shirin Bika Aqa (ca. 1385), una de las hermanas de Amir Timur. Tiene una decoración diferente a la mayoría, basada en blancos y azules, aunque está muy restaurada. Fue el primer monumento del Shah-i-Zinda en realizarse con mosaicos de azulejos, en lugar de grandes azulejos pintados, lo cual es mucho más caro.
Después de pasar por estos mausoleos, se llega a la última sección del Shah-i-Zinda: una puerta (Yuqori chortaq) da paso al Patio Norte con mausoleos y mezquitas en los otros tres lados. Justo detrás se encuentra el cementerio islámico de la gente corriente.
A la derecha de este Patio Norte, se encuentra el complejo de Qussam ibn Abbas, el edificio más importante, el origen de Shah-i-Zinda.
Qussam ibn Abbas es el “rey viviente”, el Shah-i-Zinda. Fue un primo del profeta Mahoma que en 676 visitó Samarcanda para predicar el Islam. Los paganos de Panjakent (ciudad cerca hoy en Tayikistán) atacaron a Qussam y ahí empieza la leyenda: hay varias versiones, y algunas de ellas coinciden en que se convirtió en inmortal y sigue viviendo en un pozo cercano (por eso es el rey viviente).
Alrededor de la tumba de Qussam ibn Abbas comenzó a crecer el Shah-i-Zinda, y las tumbas del Patio Norte, cerca de él, son las más selectas. Hoy en dia, el complejo incluye su tumba y una mezquita, y sigue siendo lugar de peregrinación. De hecho, nos encontramos fieles rezándole al rey viviente, una experiencia aún más mística sin electricidad.
A la izquierda del Patio Norte se encuentra el complejo Tuman Aqa, construido por la esposa de Amir Timur a principios del s. XV. Contiene una mezquita, con una elegante y profusa decoración en tonos beige y un mausoleo. Llama la atención que su interior es mucho más pequeño de lo que haría pensar su cúpula exterior.
Colina Afrosiyob
Esta ruta tiene unos 2,5 km, un poco cuesta arriba. Es un paseo agradable, en una avenida semi-peatonal, con poco tráfico, pero también lo puedes hacer en taxi.
En la colina Afrosiyob se estableció la primera ciudad de Samarcanda. Se cree, de hecho, que esta era la Marakanda original que conoció Alejandro Magno. Centro de la cultura sogdiana, esta era una ciudad fortificada en una colina delimitada al norte por el río siyob.
El asentamiento de Afrosiyob procede de los s. VII-VI a.C. La ciudad fue saqueada e incendiada por la Horda de Oro de Genghis Jan hacia 1220, cuando ya se conocía como Samarcanda. Los supervivientes abandonaron la colina y se asentaron en las tierras que estaban inmediatamente al Sur: lo que hoy es el centro de Samarcanda.
Mezquita Hazrati Xizr
A los pies de la colina Afrosiyob, muy cerca de la Mezquita de Bibi Janum, se encuentra la mezquita Hazrati Xizr. La primera mezquita se construyó poco después de la invasión árabe de la Transoxiana, en el s. VIII, por lo que es era una de las más antiguas de Samarcanda.
Como el resto de Afrosiyob, la mezquita fue destruida por Genghis Jan, pero el sitio no se abandonó. La mezquita Hazrati Xizr se reconstruyó en varias ocasiones, y su aspecto actual es del s. XIX.
Además, en esta mezquita se encuentra el mausoleo de Islom Karimov, “un lugar sagrado y eterno”, según dice la placa a sus pies. Cada poco tiempo se oye un rezo por su alma.
La Mezquita Hazrati Xizr es interesante porque es una mezquita activa y lugar de peregrinaje para muchos uzbecos musulmanes, o admiradores de su primer presidente. Podrás ver autóctonos y turistas locales rezando. Además, hay una muy buena vista de la Mezquita de Bibi Janum.
Cerca de Hazrati Xizr hay algunos mausoleos también importantes para los locales: el de Sheij Nuriddin Basir y el Majsumbobo
Museo de Afrosiyob
Subiendo la colina desde Hazrati Xizr llegamos al yacimiento arqueológico y el Museo de Afrosiyob.
El yacimiento arqueológico está detrás del museo, y puedes acceder libremente, pero no hay ningún cartel explicativo y está todo muy destruido. Aunque es un área extensa, si no eres un experto no podrás comprender bien el lugar.
El museo, algo anticuado, todavía con pinta de oficina administrativa soviética, es muy interesante, aunque pequeño. Contiene algunas salas con objetos de la cultura sogdiana y algunas explicaciones sobre este pueblo. Pero la joya de la corona, y la razón por la que se abrió el museo son los Murales de Afrosiyob, que se conservan en su sala central.
Después de la destrucción de la ciudad por los mongoles, Afrosiyob y estos murales cayeron en el olvido hasta que se descubrieron en 1965 mientras se construía una carretera. Rápidamente comenzaron las excavaciones y se abrió el museo en 1970.
Los Murales de Afrosiyob, también conocidos como Pinturas de los Embajadores, se crearon hacia el año 650. Se trata de uno de los pocos ejemplos de la pintura sogdiana (hay otros, aún más completos en Panjakent, Tayikistán).
Estos murales decoraban una sala de lo que se cree era una residencia privada, y representan, en cada pared, las tierras vecinas de Asia Central. Cuando se pintaron, el kaganato de los turcos occidentales estaba en declive y los habitantes de Samarcanda habían entrado en contacto con los chinos de la dinastía Tang, que estaba extendiendo sus territorios por Asia Central.
La pared norte representa a China, con la emperatriz Wu Zetian en un barco participando en un festival y una escena de caza de panteras con el emperador. La pared sur representa el mundo persa, al que pertenecían los habitantes de Samarcanda: una procesión del festival del Novruz, el año nuevo persa. En el este, la India, tierra de pigmeos y astrónomos, aunque es la pared que peor se conserva.
Por último, la pared oeste, representa a embajadores de distintos países, como Corea, China o Persia que llegan a Samarcanda a presentar sus respetos al rey Varjuman. Guardias turcos guían a los embajadores. El rey está en lo alto del mural, donde habitualmente los sogdianos representaban a las deidades. En realidad, el rey de Samarcanda era entonces vasallo de China.
Se conservan bien algunas partes de los frescos, pero otras están muy deterioradas o incluso se han perdido. Por eso, en cada pared hay un cartel con la reconstitución de los murales y descripción de las escenas principales.
Observatorio de Ulug Beg
Seguimos caminando por la amplia avenida y, después de cruzar el pequeño río siyob, se llega a la carretera que conecta con la autopista. Un poco más allá se encuentra el Observatorio de Ulug Beg.
Ulug Beg fue un gran astrónomo, cuyas mediciones fueron de gran precisión y publicó el primer catálogo de estrellas desde Ptolomeo. De hecho, sus trabajos y tablas astronómicas se editaron en Europa, junto con las de astrónomos europeos como Tycho Brahe o Halley.
Ulug Beg, nieto de Amir Timur, mandó construir este observatorio en la década de 1420, cuando era gobernador de Samarcanda. Invitó a los mejores astrónomos del mundo islámico para ayudarle al diseño del observatorio.
Para realizar mediciones con precisión, necesitaban un sextante de gran radio. Como el edificio necesario para alojarlo sería demasiado grande para los materiales de construcción disponibles, decidieron construir parte de este bajo tierra. Encima, el observatorio era un edificio cilíndrico de tres plantas con una azotea plana para poder utilizar instrumentos en ella.
Gracias a las iniciativas de Ulug Beg, Samarcanda se convirtió en un gran centro científico y cultural en Asia Central. Ulug Beg accedió al trono timúrida después de la muerte de su padre en 1447.
Pero pronto su hijo mayor, gobernador de Balkh, se rebeló contra él y le asesinó en 1449. El observatorio se abandonó con la muerte de Ulug Beg y se sumió en el olvido hasta su redescubrimiento en 1908. Su hijo solo duró 6 meses en el trono, ya que fue asesinado por su primo.
Hoy en día, hay un museo con explicaciones históricas y científicas sobre el observatorio, el ambiente científico en la época de Ulug Beg y su legado. Además, se puede ver la parte subterránea del sextante del observatorio de Ulug Beg, prácticamente intacto.
Samarcanda autóctona
Muchos turistas, especialmente los que van con viajes organizados, llegan a Samarcanda y solo visitan los grandes monumentos timúridas, como si estuvieran en un verdadero parque temático, y no en una ciudad de verdad. Lo cierto es que las autoridades han preparado el recorrido turístico para que sea fácil hacerlo así y no te encuentres prácticamente nada de la verdadera Samarcanda.
Pero a nosotros nos parece una pena y quisimos también conocer un poco los lugares donde los autóctonos hacen su vida, en el centro de la ciudad.
Bazar Central de Samarcanda
El mercado principal de Samarcanda es un sitio que no te puedes perder, porque está muy cerca de la Mezquita Bibi Janum. Abre de 8 a 18h y, como es habitual en Uzbekistán y el mundo túrquico, está ordenado por tipo de productos.
Puedes refrescarte con un zumo de granada o incluso comer o tomar un té en alguno de los restaurantes del mercado. Puedes comprar encurtidos (son muy buenos en Uzbekistán, de muchas verduras), ricos frutos secos, especias, pan hecho en horno tandir… y también alfombras o artículos de seda.
Callejuelas de Samarcanda
A los dos lados de la avenida Tashkent, que discurre entre la Mezquita Bibi Khanum y el Registan, hay barrios de callejuelas, donde pareces estar en otra ciudad: esta es la verdadera Samarcanda, la que no se enseña a los turistas.
Calles estrechas ordenadas en un trazado irregular, con cables eléctricos y tubos de gas y agua por las paredes, baches y acequias profundas. También personas amables, algunas con trajes típicos (aunque tampoco se ve tanta gente en la calle), casas tradicionales con patio, con puertas bien grandes y nuevas, y sorprendentemente pocas tiendas.
El más grande y típico de estos barrios se encuentra al Este de la anodina avenida, enfrente de la Mezquita de Bibi Janum. Desde su extremo norte hay una preciosa vista del Shah-i-Zinda, pero poco cuidada, así que molestan los árboles.
También te encuentras de repente una plaza con una fuente y una mezquita y aquí está la Sinagoga Gumbaz que nos recuerada que en tiempos bastantes judíos habitaron Samarcanda, así como unos antiguos baños (Hammam Dovudi). Merece la pena perderse aunque sea media hora por este barrio, que se extiende casi hasta el Registan.
La Ciudad Rusa
- Teatro de Samarcanda
- Estatua de Amir Timur
- Bulevar
- Jardín Chino
- Iglesia ortodoxa
- Iglesia católica
- Iglesia armenia
- Parque Alisher Navoi
- Distrito administrativo
Si prefieres que te lo cuente un experto local, puedes contratar una visita guiada a la parte rusa de Samarcanda para no perderte nada utilizando este enlace.
La Ciudad Rusa o Ciudad Europea es el ensanche de Samarcanda construido en la segunda mitad del s. XIX, cuando la ciudad pasó a manos rusas. Se construyó según los principios del urbanismo ruso de la época, que tenía influencias europeas, pero conservaba un carácter propio.
La Ciudad Europea tiene una forma semicircular, con cinco avenidas principales en forma de arcos concéntricos y calles radiales que cortan estos arcos, formando cuadrantes. Por el Este, el barrio se cierra por el Bulevar o Avenida de la Univesidad, con un amplio espacio peatonal arbolado en el centro.
La Ciudad Europea se ha incluido como parte del sitio Patrimonio Mundial UNESCO de Samarcanda. A decir verdad, no posee grandes edificios monumentales, aunque sí algunos palacetes de estilo ruso neoclásico, iglesias de distintas confesiones cristianas, amplios parques y algunos nuevos edificios que han roto la estética del s. XIX y a veces son de dudoso gusto.
Es una zona elegante y bastante autóctona de la ciudad, donde hay más vida, y más vida local, que en el centro histórico, además de mejores restaurantes.
Al caminar desde el Registan, te encontrarás primero el parque Amir Timur y, enfrente, la amplia plaza donde se encuentra el teatro principal de Samarcanda. En esta plaza hay una fuente y, enfrente, la estatua de Amir Timur, con la que a muchos turistas uzbecos les gusta fotografiarse.
Justo detrás de Amir Timur comienza el Bul’var (Universitet xiyoboni). Es un paseo agradable, y bastante concurrido. A los lados, puedes ver algunos palacetes de estilo ruso como el edificio del Museo Estatal de Historia Cultural de Uzbekistán, aunque los árboles tapan bastante la visión (y aíslan del tráfico).
Al llegar al cuarto anillo (calle Abdurahmon Jomiy), se abre a la derecha el Jardín Chino, que tiene más piedra que árboles, y una puerta china con unas galerías de madera que parecen un pastiche en medio de la ciudad. Esto es también Uzbekistán.
Un poco más adelante, por este cuarto anillo, se encuentra la Iglesia ortodoxa de San Alexis, construida en 1909, en estilo neoclásico ruso. La entrada es gratuita, así que puedes asomarte a ver el interior, de una sola nave y sin columnas, como un gran salón, y su iconostasio neobizantino, aunque tampoco hay nada espectacular.
A escasos 300 metros de la iglesia ortodoxa, en el siguiente anillo (calle Mahmud Qoshgari), se encuentra la Iglesia católica de San Juan Bautista, más pequeña, en un estilo neogótico de ladrillo. La iglesia se construyó en 1916, fundamentalmente para los alemanes y polacos que habían llegado a Samarcanda como parte del ejército ruso o como comerciantes.
En la siguiente manzana del mismo anillo, se encuentra la Iglesia Apostólica Armenia, la más sencilla de todas. Estas iglesias nos muestran la diversidad de los habitantes de Samarcanda, aunque fueran mayoritariamente cristianos europeos en este nuevo barrio, a finales del s. XIX, y también las diferencias entre cada uno de los ritos cristianos.
Además, por estas calles vemos más palacetes neoclásicos rusos, pintados de colores, algunos de los cuales albergan oficinas administrativas o bancarias. Hay diversos estilos de la época, y también modernos edficios de dimensiones mucho mayores, y más kitsch.
En la Avenida Amir Timur, perpendicular a los anillos, se abre la entrada principal del Parque Alisher Navoi, que ocupa el espacio entre el tercer y el cuarto anillo hasta el Bulevar de la Universidad. Este poeta del s. XV fue el primero en escribir literatura en lengua túrquica, en lugar de en persa, que era la lengua de prestigio en toda Asia Central. Por ello, se le ha adoptado como el poeta nacional de Uzbekistán (aunque era de Herat, Afganistán).
Es un parque bastante agradable, y popular para los locales. Hay dos monumentos a Alisher Navoi, y algunos bonitos edificios de estilo ruso, además de hornos tandir comunales (típicos en las calles de Uzbekistán, que los locales pueden utilizar para hacer pan, aunque no vimos a nadie usándolos), y algunos porches de madera.
Hay también un recinto para eventos, un centro cultural que imita a la arquitectura timúrida y agradables cafeterías con terraza.
Entre el anillo interior de la Ciudad Europea y el Registan hay una especie de distrito administrativo, casi todo peatonal.
Alrededor de una gran bandera de Uzbekistán hay varios edificios grandes que van del brutalismo al kitsch post-soviético.
Atravesando esta zona, cruzando sobre un puente una avenida atascada, llegamos a la parte trasera de la Madrasa Tilya-Kori, en el Registan, con tiempo suficiente para ir al mercado, tomar un té y llegar a la estación para tomar el tren a Bujará.
Dónde comer en Samarcanda
Puedes visitar este artículo para conocer mejor sobre la comida de Uzbekistán.
Uno de los problemas de Samarcanda es que es una ciudad tan orientada al turismo (y a los viajes organizados) que en el centro hay demasiados restaurantes para turistas, algunos incluso inflados de precio. Así comenzamos esta sección diciendo dónde no comer: fuimos a Labi G’or, enfrente del Registan, ya que sale en la guía Bradt, y fue un timo. El sitio está muy chulo, pero los shashlik no eran nada especiales, y el de pollo estaba medio crudo.
En la Ciudad Rusa hay más y mejores opciones (más autóctonas), especialmente en su parte norte y hasta el Estadio Dinamo. Allí comimos en el Old City Restaurant (calle Abdurahman), uno de los favoritos de los locales y uno de los mejores restaurantes en los que comimos en Uzbekistán. Tienen una variedad bastante buena de platos tradicionales uzbecos y rusos.
Además, cuando vayas a Samarcanda no te puedes perder el plov. Como en cualquier ciudad de Uzbekistán, los mejores sitios para comer el plato nacional son los centros de plov (Osh Markazi). Los centros de plov suelen estar fuera del centro y solo abren para comer (no vayas a las 3 o más tarde).
Nosotros fuimos a Samarqand Osh Markazi N1 (generalmente en estos sitios no se curran mucho los nombres), al Norte de Afrosiyob. Lo encontramos porque es el único centro de plov de Samarcanda que sale en Tripadvisor, pero no nos decepcionó para nada. Fue uno de los mejores plov que comimos en Uzbekistán, y había muchos autóctonos en el restaurante. Con té y ensaladas, nos salió a poco menos de 4 € por persona.
Otro clásico de Uzbekistán es el shashlik (brochetas a la brasa, generalmente de carne, con cubos de grasa para que estén más jugosas). Enfrente del Registan, al lado del decepcionante Labi G’or, hay un local con una pequeña terraza en la acera que sirve muy buenos shashlik, que cocinan delante de ti y cerveza de barril. Lo reconocerás por el humo.
En la anodina avenida Tashkent, que va de Bibi Janum al Registan hay varios sitios que no están mal para comer. Como teníamos el hostal en el barrio de callejuelas muy cerca de Bibi Janum, y no había muchas opciones alrededor, cenamos un par de veces en Sayqali Samarkand Chayhana. La verdad es que las sopas estaban bastante buenas, como es habitual, y el resto de la carta era bastante decente.
Enfrente, Ikat Boutique Café, regentado por un japonés que acabó en Samarcanda, es un sitio moderno pero a la vez de los más acogedores en la zona.
También puedes comer en el Bazar Central de Samarcanda, hay teterías con menús del día que parecen bastante buenos y para autóctonos, pero solo hasta las 6 de la tarde.
La vida nocturna en Samarcanda es muy floja. Esto es algo común a todo Uzbekistán, pero aquí hay menos ambiente que en Tashkent e incluso que en Bujará. Hay una zona de cervecerías al Oeste de la ciudad, alrededor de Mirzo Ulug Beg Ko’chasi, lugares bastante sobredimensionados. Una tarde fuimos a Bochka, al lado de la fábrica de cerveza. Lo bueno es que tienen más variedad de cerveza de barril, que puedes acompañar con shashlik.
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